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¿Qué precio tiene el cielo?

Pregunta que va y vuelve con la fuerza de lo esencial, especialmente en tiempos de Navidad.
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Crédito
Ecos del Combeima
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21 Dic 2025 - 7:48 COT por Álvaro Montoya

Viviendo ahora tiempos de gozo y paz, especialmente con la llegada del último domingo de Adviento y completando así el camino de la conversión para estar listos a la llegada del Salvador como se nos prometió; nos permite reflexionar sobre este mundo saturado por la inmediatez y de lo que vendría después de vivirlo. Momentos que siempre nos trae de regreso la gran pregunta, ¿qué precio tiene el cielo? Pregunta que va y vuelve con la fuerza de lo esencial, especialmente en tiempos de Navidad.

Interrogante inmortalizado en la voz de Marc Anthony, cuando, cantando al amor, ruega que alguien se lo diga; como si la respuesta lograra compensar ese amor desmedido y vivido con la amarga sensación de que nunca fue suficiente. En su interpretación, el cielo es un deseo, un anhelo de plenitud que escapa entre sus dedos, incluso después de haberlo dado todo.

Sin embargo, la pregunta adquiere varias formas, como diversas respuestas. Mi padre, por ejemplo, que fue un hombre educado en el seminario como institución eclesiástica formadora de jóvenes para el sacerdocio y marcado siempre por una fe firme pero silenciosa veía en el amor el camino a la santificación y la oportunidad de alcanzar el cielo. Para él, el cielo sí tenía precio y solo se podía llegar allí estando en paz con Dios y mediante actos concretos de amor por los demás, por su esposa y todos sus hijos.

Pero más allá del amor de un padre y la conexión espiritual que significa la música y la alabanza, hay otros modos de aproximarse a este misterio, como lo hace Javier Cercas en su libro ¨El loco de Dios en el fin del mundo¨. Libro que me compartió un agnóstico y querido amigo mío cuando yo estaba hospitalizado, y que habiendo ya recibido la unción de los enfermos, leí sintiendo la mano de Dios precisamente cuando estuve más cerca de la muerte.

Escritor brillante pero abiertamente ateo, narra cómo su madre creyente pero angustiada por la partida de este mundo, logra que él como su hijo y compañero de viaje del Papa Francisco a Mongolia, le transmita directamente la inquietud sobre la vida después de la muerte y del reencuentro en el reino de los cielos de su madre con su padre. Relato que describe cómo la fe de su madre, hace que él, interpele al Santo Padre para que responda tan especial pregunta.

El solo propósito de preguntarle al máximo jerarca de la Iglesia sobre ese lugar celestial es revelador, incluso para quienes no lo creen. Aunque Cercas no cree en el cielo, sí busca en el sucesor de Pedro la mejor respuesta para su madre, asegurando de paso un consuelo para ella y para él mismo, al poder transmitir de vuelta una respuesta esperanzadora. Mujer creyente que murió convencida del reencuentro con su esposo, así el precio fuese no ser esposa de nadie en el cielo y tener que recibir esa respuesta precisamente de su propio hijo: un brillante ateo.

Para muchos, el cielo es un lugar reservado solo para quienes actúan con justicia y amor, donde la vida se prolonga y donde la presencia de Dios deja de ser una promesa para convertirse en un estado genuino. Para otros, es solo un espacio cósmico, un fenómeno físico donde habita el sol, las estrellas y muchos de esos misterios que aún se ignoran.

Pero en tiempos de Adviento cuando renace la esperanza, esta pregunta reaparece con renovada urgencia. Pues vivimos épocas de crisis emocionales, económicas y sociales que han erosionado la fe, la confianza y la misma esperanza de un mundo mejor. Por todo ello, es momento de volvernos a preguntar: ¿qué precio tiene el cielo? Pregunta que podría sonar ingenua, pero a la vez oportuna y muy necesaria.

Tal vez no haya una única respuesta y sea solo el fruto de todo aquello que construimos desde la tierra, o quizá un estado que no tenga precio y que solo elegimos proyectar como lugar especial para todo aquel que siendo llamado quiera estar.

Dios permita hacer lo que me corresponda, porque personalmente quiero allí estar.