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Una ruta con propósito: competitividad e innovación para el Tolima que queremos

El Tolima trazó una hoja de ruta ambiciosa para impulsar su desarrollo económico con base en la competitividad y la innovación. La estrategia contempla ocho pilares que van desde el fortalecimiento empresarial hasta la educación con pertinencia, buscando conectar al territorio con los mercados globales y formar talento local.
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Adriana Matallana
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17 Mayo 2025 - 19:54 COT por Adriana Matallana

El desarrollo económico sostenible de un territorio no es fruto del azar, sino del diseño estratégico y de la articulación efectiva entre quienes lo habitan, lo gobiernan y lo transforman. Hace pocos días, la Comisión Regional de Competitividad e Innovación del Tolima presentó su hoja de ruta para los próximos años, una apuesta ambiciosa que busca trazar un camino claro para fortalecer las capacidades productivas, empresariales y humanas del departamento.

Esta hoja de ruta no es cualquier documento técnico. Es, en esencia, una invitación a pensar el Tolima con visión de futuro. En su estructura se contemplan ocho estrategias clave: transformación productiva, fortalecimiento empresarial, impulso a la economía circular, desarrollo rural sostenible, internacionalización, ciencia, tecnología e innovación, educación y talento humano, y un entorno propicio para el emprendimiento. Es decir, toca los pilares estructurales del progreso.

De estas estrategias, una particularmente relevante para nuestro presente es el fortalecimiento empresarial. No se puede hablar de competitividad sin hablar del tejido empresarial local, compuesto en su mayoría por micro, pequeñas y medianas empresas. Hoy en día, el 97% de las unidades empresariales registradas en el Tolima pertenecen a estas categorías, según la Cámara de Comercio de Ibagué. Son las panaderías de barrio, los talleres de confección, las cooperativas rurales, los negocios familiares y los emprendimientos emergentes los que mueven la economía cotidiana de nuestra región.

Sin embargo, muchos de estos empresarios enfrentan desafíos profundos: acceso limitado a financiamiento, informalidad persistente, baja adopción tecnológica y dificultades para acceder a mercados más amplios. En ese contexto, la hoja de ruta propone un enfoque inteligente: acompañamiento técnico, digitalización, innovación en procesos, acceso a redes y formación. Y más importante aún, promueve una visión colaborativa donde la academia, el Estado y el sector privado actúen como aliados permanentes del crecimiento empresarial.

Otro eje clave del plan es la educación para la competitividad. Según el DANE y el Ministerio de Educación, solo el 23% de los jóvenes tolimenses acceden a educación superior, y de ellos, una parte importante migra a otras ciudades. Esto no solo debilita el capital humano disponible localmente, sino que también frena el crecimiento de sectores estratégicos. La hoja de ruta plantea fortalecer la educación técnica, tecnológica y profesional con pertinencia: formar el talento que realmente requieren nuestros sectores agroindustriales, turísticos, culturales y logísticos. Esa apuesta es urgente y valiosa.

Además, se hace énfasis en la internacionalización de las empresas locales, una tarea pendiente. Las exportaciones del Tolima cayeron un 61% en el primer semestre de 2024 frente al año anterior, según datos del Ministerio de Comercio Exterior. Esto pone en evidencia que tenemos productos con calidad, pero aún nos falta estrategia, infraestructura y acompañamiento para llegar a mercados internacionales. Aquí, la hoja de ruta propone impulsar encadenamientos productivos, plataformas logísticas y asesoría en comercio exterior. Es un paso necesario si queremos que el Tolima deje de ser solo productor para convertirse en exportador con identidad.

Ahora bien, es importante comprender que esta hoja de ruta, aunque fue construida con participación institucional, solo será efectiva si logra conectar con el ciudadano común, con el pequeño comerciante, con la mujer emprendedora, con el joven que está creando una marca o con el agricultor que quiere innovar. Para lograrlo, se necesita algo más que programas: se necesita voluntad, pedagogía, recursos y, sobre todo, confianza.

Como formadora y acompañante de emprendedores y empresarios en distintos sectores, he aprendido que las grandes transformaciones empiezan cuando las personas se sienten parte del propósito. Cuando saben que no están solos, que existe una ruta clara, accesible y humana, dispuesta para que sus sueños se conviertan en motor de progreso para todos.

El Tolima ya tiene una hoja de ruta. Lo que ahora necesita es convertirla en una brújula viva que guíe, que motive y que inspire a cada actor del ecosistema. Porque la competitividad no es solo un asunto de cifras y rankings, es una construcción diaria que se alimenta del compromiso colectivo.

¿Estamos dispuestos, como empresarios, ciudadanos, instituciones y líderes, a tomar esta ruta no como una promesa, sino como una responsabilidad compartida para construir el Tolima que soñamos?