Fenalce advierte posibles impactos en la producción, competitividad y sostenibilidad del maíz y la soya
Fenalce considera un deber institucional advertir sobre las posibles afectaciones que la aplicación de estos lineamientos podría generar en la producción, competitividad y sostenibilidad de estos cultivos estratégicos en la región de la Orinoquía.
En este sentido, la Federación estima necesario que la implementación de la resolución se armonice con la realidad productiva de las cadenas agrícolas estratégicas, en particular la Cadena Nacional del Maíz y la Cadena Nacional de la Soya, garantizando condiciones de seguridad jurídica, continuidad productiva y competitividad, indispensables para fortalecer la producción nacional de alimentos.
Es importante entender que la agricultura que demanda el país, relacionada con los cultivos de maíz y soya, requiere mayor productividad y competitividad para enfrentar los retos que la nación tiene como sustituir las importaciones, teniendo en cuenta que, para cubrir la demanda nacional, el país solo aporta el 8 % de la soya y, el 15 % del maíz.
Consideraciones
Fenalce valora el esfuerzo del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural por formular lineamientos integrales para orientar el desarrollo rural de la región de la Orinoquía. No obstante, a partir del análisis, el gremio considera pertinente que, en la versión final del proyecto de resolución, se tengan en cuenta las siguientes consideraciones:
Incorporar de manera expresa criterios de continuidad productiva, que permitan compatibilizar los procesos de ordenamiento social de la propiedad rural con los ciclos agrícolas y las inversiones productivas existentes.
Fortalecer el equilibrio entre los enfoques sociales y ambientales y los instrumentos orientados a la competitividad y sostenibilidad económica de las cadenas agrícolas estratégicas.
Asegurar la armonización normativa con el régimen de tierras vigente y con las competencias de las entidades responsables de su implementación.
Reconocer el papel estructural de la agrologística como condición habilitante del desarrollo productivo en la Altillanura.
La Federación reitera su disposición para continuar aportando información técnica y participando en los espacios de diálogo que el Ministerio considere pertinentes, con el fin de contribuir a la construcción de una política pública que promueva un desarrollo rural equilibrado, sostenible y viable, desde el punto de vista productivo.
“Estamos de acuerdo con la intención del ministerio de ordenar el sector, pero esto no debe poner en peligro a los productores que llevan años en esta región, deben ser reconocidos pues gracias a ellos hay áreas de crecimiento importantes en maíz y soya, para el país; el mismo gobierno, a través de la UPRA ha identificado esto. Necesitamos desarrollar estos sectores con la fuerza laboral de quienes ya están trabajando esas tierras, lo han hecho a esfuerzo propio, y esto debe ser tenido en cuenta en la versión final del proyecto de resolución”, afirmó Arnulfo Trujillo Díaz, gerente general de Fenalce.
Modelo productivo de maíz y soya en la Altillanura, motor de Colombia
La Altillanura se ha consolidado como una de las principales zonas de expansión de la producción de maíz y soya en Colombia, como lo ha indicado la UPRA en sus documentos técnicos. En esta región se ha desarrollado, de manera progresiva, un modelo productivo caracterizado por la tecnificación, la mecanización y la producción a escala, condiciones necesarias para la viabilidad económica de estos cultivos.
Este modelo productivo presenta particularidades que deben ser consideradas en el diseño de políticas públicas, entre las que se destacan: los altos requerimientos de inversión inicial para la adecuación de suelos, la necesidad de infraestructura especializada de secamiento y almacenamiento, los elevados costos logísticos asociados a la distancia a los centros de consumo y, la dependencia de inversiones privadas ante la limitada infraestructura pública disponible.
Gracias a estas condiciones, la región ha logrado construir una masa crítica productiva que sustenta encadenamientos con la agroindustria, la provisión de insumos y servicios especializados, y la generación de empleo rural. Cualquier instrumento de ordenamiento productivo que incida sobre este sistema debe evaluar cuidadosamente sus efectos, a fin de evitar impactos adversos sobre la producción nacional de estos granos básicos.
En 2024, la Altillanura representó el 37 % de la producción nacional de maíz tecnificado y el 86 % de la producción de soya. Esta región ha compensado el decrecimiento del cultivo del maíz tecnificado en otras regiones del país, debido a los bajos precios, a las negociaciones no favorables en los tratados de libre comercio y, a la falta de políticas de desarrollo enfocadas en garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria del país, entre otras causas.