Alarmas prendidas en el Tolima por achaparramiento en el cultivo de maíz
En regiones como Valle del Cauca y Tolima hay alarma entre los agricultores tras detectar significativos daños en sus cultivos de maíz por achaparramiento, un problema fitosanitario que interfiere en el correcto desarrollo de la planta y que es transmitido por el insecto conocido como Dalbulus maidis o chicharrita del maíz.
De acuerdo con los expertos, esta enfermedad genera obstrucción vascular al interior de la planta evitando que los nutrientes circulen adecuadamente, lo que provoca coloración de las hojas, que en ocasiones se evidencian rojizas, mientras que en otros casos surge una tonalidad blanca desde la base de las hojas. Otra de las señales es que el cultivo se empieza a notar de menor tamaño, a lo que se suma que las mazorcas se forman en menos tiempo, ocasionando que se deformen, proliferen sin control y se achiquen.
Con el fin de hacerle frente a la situación y brindar respaldo a los productores de distintas zonas agroecológicas del país, Corteva Agriscience continúa capacitando y entregando soporte técnico a los maiceros para que logren proteger su inversión y su futuro. Entre las recomendaciones que hace la compañía están las Buenas Prácticas Agrícolas e implementar medidas como:
1. Tener una ventana corta de siembras basada en datos climatológicos, con el fin de que no existan siembras tardías ni escalonamiento de cultivos en el territorio, pues según investigaciones, el Dalbulus maidis o chicharrita del maíz se mueve entre plantas grandes y pequeñas, lo que termina prolongando la problemática.
2. Sembrar la mayor cantidad de cultivo posible en un período corto de tiempo, en un mismo semestre, y al siguiente rotarlo con plantaciones transitorias como la soya o algodón, minimizando, de esta manera, el riesgo fitosanitario y el efecto conocido como ‘puente verde’, que es un espacio aprovechado por el vector para saltar de un cultivo de maíz a otro.
3. Realizar un programa de nutrición acorde con el análisis de suelos, para conocer las medidas exactas de diferentes componentes que necesita la planta, como los fertilizantes. Esto asegura el buen desarrollo de la planta, y le permite alcanzar un mejor potencial de rendimiento que, a la larga, se traduce en logros económicos.
4. Proteger el maíz con soluciones de protección de cultivos correspondientes desde que están pequeñas hasta su etapa de madurez sin descuidarla, para evitar que la enfermedad se extienda, pues una vez aparece la afectación es difícil recuperar la planta.
5. Sembrar materiales híbridos que sean más tolerantes a enfermedades como el achaparramiento, al ataque de plagas y a los constantes cambios climáticos. Estos materiales tienen un buen rendimiento que se refleja también en su arquitectura; en el grosor del tallo, el buen tamaño de la mazorca, y la emisión de polen, entre otros. Aunque no son inmunes a las enfermedades, sí son más tolerantes a los síntomas, permitiendo llegar a cosecha de una mejor manera.
Desde el equipo de agronomía de Corteva se destaca la importancia de monitorear las labores agrícolas para hacer un seguimiento detallado del desarrollo de las plantaciones de maíz y, dado el caso, la dinámica del comportamiento de la chicharrita de maíz. Esto incluye identificar los picos de reproducción del vector, qué tan altos son y cómo fluctúan con el paso de los meses y los cambios climáticos.
6. Considerar que, según la información más reciente, la presencia del insecto disminuye en períodos de lluvia, mientras que sus poblaciones crecen en épocas de calor. Además, en la rotación de productos para la protección de cultivos es recomendable el uso de la norma IRAC, que es una guía global para seleccionar los activos y aplicar técnicas de uso eficiente con los cuáles se obtienen mejores resultados. En este punto vale recordar que la rotación de productos genera un mejor control y un menor riesgo de resistencia de las plagas.
7. Usar tratamiento de semillas. Las tecnologías disponibles en el mercado permiten proteger los cultivos desde el inicio de la germinación hasta 12 días, lo que favorece el desarrollo de raíces más fuertes, libres de ataques tempranos de plagas y enfermedades, y, en consecuencia, un cultivo más vigoroso.
8. Calibrar equipos para la preparación de los suelos, el proceso de siembra, abonada y cosecha. Lo ideal es que el agricultor conozca su equipo y defina desde el inicio si este cuenta con la capacidad suficiente para adaptarse al terreno a utilizar durante el ciclo.
9. Realizar capacitaciones constantes para poder estar al día en tendencias, problemáticas fitosanitarias y medidas de prevención para proteger los cultivos de maíz.
La compañía continúa su ruta de capacitación por diferentes departamentos y de la mano de expertos internacionales en el control y manejo del achaparramiento de maíz. Además, programará nuevas sesiones con productores para ampliar estas recomendaciones.