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Tolima, tierra de emprendedores

A la memoria histórica regional le hace falta un capítulo importantísimo: reivindicar a los emprendedores tolimenses que a través del tiempo han aportado a su comunidad y a todo el país de manera significativa, para que su ejemplo tenga un relevo generacional. Por: Mariano Martínez.
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9 Jul 2021 - 8:00 COT por Ecos del Combeima

En recientes días la prensa local, rindió homenaje al empresario Miguel Merino, presidente de Donucol, la franquicia que maneja en Colombia la marca de la multinacional Dunkin Donuts, quien ha tenido una curiosa hoja de vida, empezando en el servicio público y pasando al sector privado con gran sentido gerencial demostrado en el éxito de su iniciativa empresarial durante décadas en el país. 

Eso permitió que otras marcas en Bogotá y Medellín, posteriormente se hicieran con una porción del mercado para diversificar la oferta, llegando incluso al paso fugaz por el país de la competencia directa en los Estados Unidos de la franquicia Krispy Creams. 

He ahí lo valioso de esta historia: no hubo el egoísmo de generar un monopolio de una idea de modelo de negocio. El ser pionero es un camino que dinamiza la economía y hace viables emprendimientos de pequeño volumen o incluso inexistentes. La verdadera definición de lo que muchos expertos llaman en lenguaje complicado “cadena de valor”.

No obstante, es insuficiente aún el desarrollo de la memoria histórica empresarial del Tolima, por ejemplo, comparada con la existente en Antioquia. Y aquí muchos me dirán “pero es que Antioquia tiene conglomerados empresariales”, “es que las familias dueñas de empresas tienen orgullo de lo que hicieron sus ancestros”, “es que los paisas son muy regionalistas” …¡Excusas! 

Los tolimenses han sido el principal pueblo en conquistar regiones naturales agrestes como el valle del río Magdalena: selvático y caluroso; o las cuchillas montañosas de las estribaciones de la cordillera de los Andes.

Hace falta dar a conocer más allá de la región y de la comunidad académica y su escritura especializada el nombre de pioneros como el campesino de Cajamarca José A. Sierra que en medio de la violencia política y posterior surgimiento de las guerrillas marxistas -que lo llevarían al exilio a él y su familia en los Estados Unidos-, la pobreza, los estudios universitarios inconclusos -solamente alcanzó al quinto semestre de Administración de empresas en la Universidad del Tolima- la muerte de su madre, de trabajar como niño vendiendo frutas y después surtiendo tiendas llegó a ser uno de los empresarios más exitosos de la distribución de vehículos y autopartes del país hacia mediados de los años setenta. 

Pero en los actuales tiempos millenials, existen referentes de creatividad, talento y juventud en ese salón de la fama: 1) Daniel Gonella, quien crearía una cadena de valor del arroz tolimense llevando la marca Risonella a ser un referente en el producto base de la dieta de los colombianos;  2) el ingeniero Eder Orjuela, que llevó de Bogotá a Ibagué la empresa Fruandes generadora de más de 600 empleos a pequeños agricultores de la Región Central, Antioquia y el Pacífico; 3) Ricardo Oyuela, quien con 22 años fundó su propia agencia de publicidad Space Marketing con clientes del centro del país.
La academia, los historiadores y humanistas del Tolima Grande tienen un gran reto de la reconstrucción de la memoria histórica de la cotidianidad del progreso, dejar de lado el victimismo típico de los estudios de ciencias sociales colombianos -y el negocio de muchísima gente a todo nivel que no quiere trabajar ni innovar- e ir más allá de los paradigmas impuestos como agenda del desarrollo de la educación liberal y humanista. 

¡Hay que perder el miedo a conocernos a nosotros mismos, el principio para llegar a la plenitud según los sabios antiguos!

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