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Los verdaderos animales

Si no hemos aprendido las lecciones generadas por el virus, las cuales se tienen plenamente identificadas…entonces como humanidad no aprendimos es, pero nada y entonces la teoría de que los humanos somos la verdadera pandemia sería cierta. Por: Adriana Avilés.
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Ecos del Combeima
24 Jun 2020 - 10:00 COT por Ecos del Combeima

Al momento de llegar el covid-19 al territorio colombiano, el Gobierno Nacional declaró desde el 22 de marzo del 2020 el "aislamiento social, preventivo y obligatorio", de tal manera que los colombianos en su gran mayoría, adoptaron el confinamiento como una nueva forma de vivir y proteger la salud humana. 

A hoy ya se completan 94 días de confinamiento, una medida que de una u otra manera, había mantenido la curva de contagio estable. El viernes 19 de junio en el país las cifras de contagio del virus registraban 63.276 personas contagiadas y 2.045 fallecidos. A hoy el registro es de 71.183 personas contagiadas y 2.310 fallecidos, es decir, en 4 días las cifras de contagio aumentaron en 8.8% y 8.9% el número de fallecidos.  Con la jornada del día sin IVA, es posible que las cifras se dupliquen y todo el esfuerzo de preservar la vida humana se haya perdido por el mal comportamiento de algunos ciudadanos y la estrategia de recuperación financiera establecida por el gobierno, eso solo lo sabremos y analizaremos en un par de semanas, teniendo en cuenta la variación de la curva. 

Pero ese asunto, que además me angustia y genera incertidumbre no es el tema de mi columna de opinión el día de hoy. 

Sin lugar a dudas, la más beneficiada con la llegada del coronavirus fue la Madre Tierra, pues de manera notoria la fauna y flora han recuperado el espacio que por muchos años los humanos les hemos usurpado. Creo que de manera obligada llego la hora de pensar en el planeta y convertirlo en un aliado para garantizar la permanencia de la raza humana, es posible que solo así se logre detener cualquier pandemia futura.

El confinamiento permitió la recuperación de las condiciones ambientales en las ciudades, en especial la calidad del aire ha mejorado, disminución en las emisiones de carbono y una recuperación de condiciones naturales en espacios que por la ausencia de personas recuperan la presencia de especies. 
Si no hemos aprendido las lecciones generadas por el virus, las cuales se tienen plenamente identificadas…entonces como humanidad no aprendimos es, pero nada y entonces la teoría de que los humanos somos la verdadera pandemia sería cierta.

¿Somos los humanos realmente unos depredadores? La respuesta es clara al mirar alrededor y ver en qué hemos convertido a nuestra aldea global; por ejemplo, el maltrato animal ha sido una de las practicas más reprochables ejercida por una raza aparentemente evolucionada que no tiene en cuenta que hace cuarenta años se aprobó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, y en Colombia existe la Ley 1774 de 2016 que penaliza el maltrato animal, pero como muchas de las cosas en este país, quedan en letra muerta.  Y es que no debería existir una ley para garantizar la vida de los animales, creo que nuestra misma humanidad debería ser la que garantizara esos derechos. 

El maltrato no solamente se da entre humanos, es notorio el maltrato contra los animales y es precisamente ese sentimiento de indignación el que me inspira a escribir estas cuantas letras en defensa de aquellos que no tienen voz. 

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el comercio de animales es el tercer negocio ilícito más rentable en el planeta, con ganancias que podrían alcanzar los 26.000 millones de dólares al año; es la tercera industria ilegal más grande de Colombia después del narcotráfico y la trata de personas. Según las Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía, en el año 2019 se recuperaron 18.409 animales que estaban en manos de traficantes y en lo corrido de este año se han registrado 3.534 incautaciones. 

Por otra parte, los llamados zoológicos, considerados hogares, están lejos de ser refugios o realmente hogares para los animales, incluso bajo las mejores condiciones es imposible duplicar o acercarse a crear algo similar al verdadero hábitat en que ellos viven. Es necesario desarrollar comportamientos que para los animales son innatos y vitales como correr, volar, escalar o acompañarse de otros compañeros de especie. Los zoológicos sólo enseñan al público que es aceptable interferir y mantener en cautiverio a los animales, a pesar de su aburrimiento, hacinamiento, soledad y privación.

Son muchos los casos de crueldad animal que aun en pleno siglo XXI se siguen cometiendo: abandono de animales de compañía, animales en instalaciones inadecuadas, descuido de su higiene, su salud, mala alimentación, además de golpes, heridas o mutilaciones. 

Hablar del maltrato animal, puede parecer un tema sencillo, pero en realidad genera polarización y más aun cuando nos referimos a prácticas poco ortodoxas, pero que algunos llaman deporte en el caso de la cacería, pelea de gallos, pelea de perros o arte cuando nos referimos a corrida de toros, trabajo en circos, incluso tenerlos enjaulados para que nos canten al oído.

Como muchos de los casos en los que se naturalizan los problemas sociales, en esta ocasión, no podemos pasar por alto las cifras de abandono de perros y gatos en las calles, esto resulta ser un tema preocupante, porque, aunque parecería que hicieran parte del paisaje, no dejan de ser molestia para algunos, tanto así que hasta los asesinan o golpean. Por ejemplo, en Colombia hay más de un millón de animales en la calle (perros y gatos); convirtiendo este fenómeno de abandono en una problemática de salud pública. No solamente los gobiernos pueden resolver el problema, este como los problemas emanados por los comportamientos humanos, es finalmente un problema de todos y como comunidad debemos -de manera proactiva- ser parte de la solución, motivando la conciencia ambiental colectiva. 

Cómo olvidar el caso de la elefanta embarazada que murió en el sur de India tras consumir una piña llena de petardos o la muerte de una perrita que cubrieron con brea en Riohacha o la muerte de una perra ahogada a la que amarraron a un costal lleno de rocas en Copacabana (Antioquia)… lamentable que un ser humano sea tan inhumano y perverso, incapaz de respetar la vida y si no respeta los derechos de los animales menos respetará los derechos humanos. 

Aunque algunas ciudades como Ibagué han diseñado la ruta oficial de bienestar animal, la violencia en contra de los que no tienen voz aumenta. En Colombia se registran cada año más de 100 mil casos de abuso en contra de los animales, estas denuncias no pueden seguir pasando desapercibidas, se hace necesario que los maltratadores y asesinos de animales paguen la pena de prisión. 

Pensemos en la siguiente escena, animales maltratando a los humanos, se imaginan ustedes un humano en época de pandemia, confinado en un balcón de un apartamento en un séptimo piso, expuesto al sol y a la lluvia sin comida ni agua… 

Sin lugar a dudas, el respeto por los animales aseguraría el equilibrio de la biodiversidad. Los animales deberían disfrutar de los mismos derechos que los humanos porque ocupaban la tierra antes, de hecho, los humanos son los colonos y los animales  quienes estaban aquí antes y a quienes se les niegan sus derechos y a quienes además se asesina con el concurso consciente o inconsciente de la gente.

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