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El día en que el Papa Juan Pablo II oró en Armero - Tolima

Entre cientos de pañuelos blancos que agitaba la gente, el Papa Juan Pablo II aterrizó el 6 de julio de 1986 en la extensa llanura desolada de lo que alguna vez fue Armero.
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italiani.it
13 Nov 2023 - 11:51 COT por Ecos del Combeima

Bajo un silencio abrumecedor, el sumo Pontífice se arrodilló frente a la gran cruz de cemento y durante unos minutos, los colombianos presenciaron uno de los actos religiosos más importantes del país, al declarar a Armero como campo santo.

Hoy en el aniversario 38 del mayor desastre natural del siglo XX en Colombia, también se recuerda la visita oficial del papá Juan Pablo II en las ruinas de Armero, donde pronunció un conmovedor discurso entre familiares, pobladores, políticos y religiosos que se acercaron a las ruinas de Armero aquel 6 de julio de 1986.

Durante su intervención el papá pronunció:

“La catástrofe que el volcán Nevado del Ruiz provocó, sobre todo en Armero y Chinchiná, conmovió profundamente mi corazón. A medida que me iban llegando las noticias de la tragedia, tantos muertos, tantas familias destrozadas, tantos hombres y mujeres desamparados, tantos niños huérfanos, junto con mi ferviente plegaria al Señor nacía en mi espíritu el deseo de visitar los lugares en los que se hallan sepultadas miles de víctimas.”

Mientras el aire caliente del norte del Tolima peinaba sus blancos cabellos, prosiguió:

“Por la misericordia de Dios, aquel deseo se ha cumplido y me encuentro hoy aquí entre vosotros como Padre y Pastor que peregrina al mundo del sufrimiento. Aquí estoy junto con la Iglesia en Colombia y unido a toda la nación solidaria.
Tras haber orado por las víctimas de la tragedia de Armero, he venido hasta Lérida para recordar y meditar con vosotros, damnificados y familiares de los que perdieron la vida, sobre el sentido cristiano y salvífico del dolor, que acompaña siempre al hombre, como la cruz acompañó Cristo y fue el fundamento de su glorificación.” 

He venido para sembrar en vuestros corazones de creyentes palabras de esperanza: Sí, soy portador del Evangelio, que desde la fe proyecta su luz sobre el misterio del sufrimiento y abre perspectivas inconmensurables de consciente resignación, de ánimo, de paz. Quisiera llegar con mi condolencia y afecto a cada uno de vuestros hogares para compartir vuestras penas y deciros: volved vuestro rostro doliente al Señor, a Jesús crucificado y resucitado, que es fuente de consuelo y de esperanza pascual.”

En frente de cientos de personas que agitaban pequeños pañuelos con inscripciones sobre la paz y la visita del Papá al país, siguió con su discurso:

"¡Una esperanza que se inspire en el Evangelio y que os mueva a mirar confiadamente hacia el futuro. La nueva ciudad que aquí en Lérida se levanta debe ser como un canto a la laboriosidad y a la fe en Dios. Muchas personas de buena voluntad en Colombia y en el mundo os han acompañado, con un corazón solidario, en las horas del dolor y de la prueba. Os ha acompañado la Iglesia y la presencia del Papa aquí, en medio de vosotros, quiere ser un signo de solicitud pastoral de cercanía, de amor.

Con vuestros esfuerzos y los de todos los colombianos, la ciudad que aquí surja debe representar un reto y una invitación a poner ya desde el principio los cimientos de una sociedad que crezca y se desarrolle según las exigencias de la civilización del amor, a la que me he referido durante esta visita pastoral a Colombia. Así como se están echando las bases para una nueva estructura urbanística, social, laboral etc., de la misma manera deberá cuidarse todo lo que mira al desarrollo integral de las personas, y particularmente a la necesidad de una proyección cristiana que anime todas las actividades que se emprenden. Participad activamente en esta empresa de tanta importancia con gran confianza en la Providencia divina, en vosotros mismos y en la sociedad.

En la visita que acabo de efectuar a Armero he querido orar por los difuntos para que Dios les conceda el descanso eterno.

También deseo orar por vosotros, damnificados y familiares de las víctimas, para que Dios os dé fe, comprensión y amor abriendo vuestras vidas a la perspectiva de un futuro mejor.

Bendigo a todas las familias que sufren por la desaparición de seres queridos. Bendigo a todos los amados hijos de esta región y del departamento del Tolima.
Que mi bendición que os doy en el nombre de Dios Omnipotente Señor de la vida y de la historia os infunda nuevas energías para seguir en vuestro caminar con decisión, con entereza, con esperanza cristiana”, finalizó Juan Pabló II.