La carta de Antanas Mockus a sus hijos y nietos sobre la paz
El ex alcalde ha sido uno de los personajes públicos que más ha contribuido a la reconciliación de los colombianos. Lo hizo en su gestión en Bogotá cuando enseñó con mimos a no atravesarse por cualquier lado de las vías. También en sus campañas políticas cuando andaba con un chaleco antibalas con un hueco en el corazón.
Ahora en este proceso de paz, su voz también ha sido clave. Mockus hizo una guerra de almohadas para decir que ojalá ahora así fueran los conflictos de los colombianos. En un conmovedor video ayudó a perdonar a una guerrillera. Y ahora le entrega a Semana.com este conmovedor testimonio que quiere dejarles a sus hijos y nietos.
“Carta a mis cuatro hijos Audra (41), Manuel José (22), Laima (20), Dala (15), y a mis dos nietos, Andrius (9) y Meile (7):
Yo que llegué a dudar de ver la paz, tengo que rendirme ante la evidencia: la estamos logrando. Ahora tengo más razones que antes para invitarlos de todo corazón a crecer rectos, juiciosos y responsables. Esta paz tenemos que cuidarla y ampliarla.
Quiero contarles mi felicidad, muchos colombianos nos arriesgamos a confiar en el proceso de paz y ahora que empezamos a construirla nadie puede sustraerse al deber de consolidarla. Muchísima gente en estos días se acerca a expresar su gratitud, su empatía, su comprensión. Y con alegría, personas muy diversas se dicen entre sí “Tú también ayudaste”. Nuestro reto es mantener la creatividad y la capacidad de trabajar en equipo que en estos últimos años, meses y días hemos demostrado.
Con la paz podremos volver a recorrer con tranquilidad todo nuestro país. Tendremos el derecho de opinar sobre cada momento de nuestra historia. La paz es también la libertad de pensar y de decir. La paz crea así las bases para confiar.
La paz crea las condiciones para lo más alegre que es el juego y el amor. También crea las condiciones para realizar los trabajos más diversos con creatividad y eficiencia. Con paz nada quedará fuera de nuestro alcance. Cuando nos toque competir, competiremos con delicadeza. Cuando nos toque cooperar, cooperaremos con un placer infinito.
El único peligro que tiene la paz es que olvidemos demasiado pronto lo difícil que fue conseguirla. Soñé con poder estudiar y estudié, soñé con poder amar y amé, soñé con poder aportar a mi sociedad y tal vez algo hice. La paz llega a tiempo para reconocerla y abrazarla. Ojalá la única huella que nos deje la guerra, sea un amor casi infinito por la familia, por el terruño, la profesión y el progreso. Lo que nos queda faltando es empezar a pensar mejor sobre el prójimo sin renunciar a corregirlo o a ser corregido por él.
Quiero compartir con ustedes la alegría de este día en el cual los colombianos refrendamos el Acuerdo Final de la Habana. La votación por el Acuerdo fue contundente. Ahora nos corresponde a todos trabajar arduamente para cumplirlo.
Quiero que quieran ayudar a reconstruir lo que hasta hace pocos días fue objeto de destrucción.
Quiero que, así como a Colombia le sirvieron en su proceso de paz, las experiencias de Irlanda, del Salvador y de Guatemala, así mismo la experiencia de Colombia le sirva a la humanidad.
Hijos y nietos: Cuanto más lejos lleven su formación, mejor para Colombia. Con el triunfo del Sí en el plebiscito se empiezan a construir condiciones óptimas para que las tres generaciones de ustedes le retornen al país todo lo que nos ha dado y nos sigue dando.
Nuestro país no cambiará de la noche a la mañana. Muchos problemas sólo se podrán abordar gradualmente. Algunos desafíos se agravarán y aparecerán líos totalmente nuevos. Por supuesto aparecerán también nuevas soluciones, nuevos saberes, nuevas tecnologías.
En este contexto es un deber y un derecho hacer academia, hacer arte, hacer política, hacer deporte, tener una profesión o ejercer un oficio. Háganlo de manera honrada y aprovechen su capacidad para mejorar las realidades nacionales”.