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¿Ibagué y Tolima: ¿crecimiento sin desarrollo? Una reflexión estructural

Por un lado, existen señales de crecimiento en infraestructura, turismo y servicios básicos. Por otro, las cifras y los hechos revelan que este crecimiento ha sido limitado, desigual y, sobre todo, insuficiente para traducirse en un desarrollo integral y sostenible.
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Dr. Ismael Perdomo
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Suministrada
7 Ene 2025 - 11:00 COT por Ecos del Combeima

Durante la última década, el departamento del Tolima y su capital, Ibagué, han enfrentado una realidad dual que nos invita a reflexionar. Por un lado, existen señales de crecimiento en infraestructura, turismo y servicios básicos. Por otro, las cifras y los hechos revelan que este crecimiento ha sido limitado, desigual y, sobre todo, insuficiente para traducirse en un desarrollo integral y sostenible.

Crecimiento limitado y desigual

Según datos recientes del DANE, la población de Ibagué pasó de aproximadamente 530,000 habitantes en 2013 a 542,046 en 2023, reflejando un crecimiento poblacional promedio anual de solo 0.23%. En contraste, el Tolima experimentó una ligera disminución en su población, pasando de 1,412,220 habitantes en 2013 a 1,367,802 en 2023, debido en parte al envejecimiento demográfico y la migración hacia ciudades más grandes como Bogotá. Este fenómeno demográfico, común en regiones intermedias, pone en evidencia la falta de oportunidades económicas y sociales que impulsen a las personas a permanecer en la región.

Económicamente, el Tolima sigue dependiendo de sectores tradicionales como la agricultura. Mientras que su producción de arroz, café y frutas continúa siendo un pilar, los bajos niveles de industrialización y la poca inversión en agroindustria limitan su competitividad en los mercados nacionales e internacionales. En Ibagué, la histórica industria textil ha perdido protagonismo, agravando el desempleo urbano, que oscila entre el 15% y 20% en ciertos periodos.

Aunque proyectos de infraestructura como el Túnel de la Línea han mejorado la conectividad, muchas áreas rurales permanecen desconectadas y con accesos viales deficientes. Esto perpetúa la brecha entre las zonas urbanas y rurales, un patrón que se refleja también en el acceso a servicios básicos. Mientras que en Ibagué más del 95% de la población cuenta con agua potable, en algunos municipios rurales del Tolima esta cifra desciende al 60%, según datos del Plan Departamental de Agua.

Desarrollo incompleto: el desafío social

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Ibagué, aunque relativamente alto, no oculta los rezagos en las áreas rurales del Tolima, donde persisten altos niveles de pobreza multidimensional. Un ejemplo claro es la educación: la tasa de alfabetización en Ibagué supera el 93%, pero en municipios apartados apenas alcanza el 80%. Además, las instituciones educativas rurales carecen de recursos básicos como tecnología, personal docente capacitado y conectividad digital.

En salud, los retos son aún más significativos. Ibagué cuenta con un sistema hospitalario que, aunque saturado, ofrece servicios especializados. En contraste, en el Tolima rural, muchos habitantes deben desplazarse largas distancias para acceder a atención médica básica, y la falta de profesionales en áreas remotas agrava esta situación.

A esto se suma el envejecimiento poblacional. Con el 17.8% de la población del Tolima compuesta por adultos mayores, la presión sobre el sistema de salud es evidente. Sin políticas públicas adecuadas para atender esta transición demográfica, el panorama se tornará insostenible en las próximas décadas.

Crecimiento sin desarrollo: las causas estructurales

¿Por qué Ibagué y el Tolima no logran traducir su potencial en un desarrollo integral? La respuesta radica en la falta de continuidad y visión estratégica de los gobiernos locales y departamentales. Aunque cada administración propone ambiciosos planes de desarrollo, muchas iniciativas quedan incompletas debido a la corrupción, la falta de planeación y una desconexión entre las políticas urbanas y rurales.

El turismo, por ejemplo, ha crecido tímidamente en destinos como Honda y el Cañón del Combeima, pero carece de una estrategia integral que conecte las riquezas naturales y culturales del Tolima con un mercado turístico nacional e internacional. Asimismo, la agroindustria sigue siendo un sector subdesarrollado, dependiente de prácticas tradicionales y con baja incorporación de tecnología.

Conclusión: una hoja de ruta para el futuro

Ibagué y el Tolima “crecen pero no se desarrollan”. Esta afirmación resume la realidad de una región con potencial, pero atrapada en patrones de desigualdad y atraso estructural. Para cambiar esta narrativa, se requiere:

       1.  Diversificación económica: Fomentar sectores emergentes como la tecnología y modernizar la agroindustria para generar empleo y valor agregado.

       2.  Inversión en educación y salud: Garantizar recursos para cerrar la brecha rural-urbana, fortalecer la infraestructura educativa y sanitaria, y preparar a la población para enfrentar los desafíos demográficos.

       3.  Sostenibilidad ambiental: Proteger los ecosistemas estratégicos mientras se adoptan prácticas agrícolas y turísticas responsables.

       4.  Infraestructura inclusiva: Mejorar la conectividad vial y digital en todas las zonas del departamento.

El desarrollo no se mide solo en cifras de PIB o kilómetros de carreteras; se mide en calidad de vida, equidad y sostenibilidad. Ibagué y el Tolima necesitan líderes con visión, capaces de trascender los intereses políticos y centrarse en el bienestar colectivo. Solo así, el crecimiento se convertirá en desarrollo y el Tolima ocupará el lugar que merece en el panorama nacional.

Por Ismael Perdomo, Médico Cirujano y Especialista en Epidemiología y Pediatría