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Respirar, vivir y amar el mundo cafetero: La Escuela Regional del Café, una experiencia que transforma el futuro

En la escuela, todos nos convertimos en hijos de un Tolima cafetero.
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Suejto
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Suministrado
15 Dic 2024 - 7:17 COT por Ecos del Combeima

Dicen que la vida es un continuo viaje que te lleva hacia el aprendizaje, el desarrollo personal y la conexión permanente con las personas que conocemos y en ocasiones, nos permite vivir experiencias que nos van a enriquecer o transformar para el futuro. Y por eso, en el momento en que me llamaron para liderar la primera Escuela Regional del Café del país, jamás imaginé que este cargo me dejaría tantas lecciones de vida y grandes enseñanzas para ser mejor persona. 

Hace unos meses vi como nuestra gobernadora, Adriana Magali Matiz, anunciaba el deseo de transformar la vida de mil jóvenes del departamento a través del mundo del café, un esfuerzo que vincularía al Comité de Cafeteros del Tolima y a la academia, liderada por la Universidad del Tolima. Fue aún más emocionante ver como el 15 de agosto los primeros 83 estudiantes, llegaban por primera vez a las instalaciones de la institución Alfonso Palacios Rudas, como se llama la Escuela Regional del Café, ubicada en la vereda la Trina del municipio del Líbano. 

Han transcurrido más de seis meses, tiempo en el cual hemos sido testigos de la formación de 1.025 jóvenes y caficultores, provenientes de 33 municipios del Tolima. Todos comparten un sueño común: aprender y superarse en la producción, transformación, industrialización y comercialización del café. Este esfuerzo representa un camino hacia la generación de recursos y la mejora de la calidad de vida de nuestros campesinos, reafirmando nuestro compromiso con su bienestar y desarrollo.

Hace pocos días, alguien me preguntó qué opinaba sobre el proyecto, y esta fue mi respuesta: estoy convencido que no hay nada comparable con el entusiasmo de todas las personas que lograron ser parte de la escuela. Sus sueños, su pasión por el café y su anhelo de superarse, ser más productivos y crecer en un negocio tan desafiante; son inspiradores. Estoy seguro que en estas aulas se formarán los próximos campeones de barismo, los futuros maestros tostadores, los agricultores que recibirán grandes distinciones por sus cultivos y los exportadores que llevarán lo mejor del café del Tolima al mundo.

Sin embargo, hay algo que amo aún más de la escuela; más allá de los sueños, deseos y experiencias, logró unir, en un rincón del Líbano, a personas de muchos municipios. Atrás quedaron las divisiones del norte, sur, oriente, centro y occidente; esas que a veces nos separan por diferencias políticas, culturales o por la inmensidad de nuestro departamento. En la escuela, todos nos convertimos en hijos de un Tolima cafetero.

Hoy cierro un ciclo importante en mi vida, un periodo de aprendizaje, amor y pasión por lo que hago. La Escuela Regional del Café me brindó una nueva perspectiva sobre este maravilloso cultivo: la de los jóvenes que sueñan con un futuro mejor, la de los productores que anhelan conquistar mercados internacionales y la de todas las personas que, desde su rol, ya sea como productores, extensionistas, empresarios o consumidores, trabajan incansablemente para que el café del Tolima sea reconocido como el mejor del mundo. Este camino me deja no solo enseñanzas, sino también la certeza de que juntos estamos construyendo un legado invaluable.

Omar Julián Valdés Navarro

  • Administrador de empresas
  • Profesional en ciencias militares
  • Especialista en gestión del talento humano 
  • Especialista en derecho administrativo 
  • Magister en administración de empresas