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Pragmatismo y simplificación, claves para la transformación del sector público

Debemos pasar de lo retórico a lo práctico, de lo teórico a lo útil y especialmente de los problemas a las soluciones por lo que es necesario involucrar a quienes hacen parte del problema, aquellos que son verdaderamente prácticos desde su realidad.
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Alejandro Rozo
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25 Feb 2024 - 10:24 COT por Alejandro Rozo

El pragmatismo es una corriente filosófica que nació en los Estados Unidos a finales del siglo XIX, creada e impulsada por Charles Sanders Peirce, la cual busca promover la utilidad y el valor práctico de las cosas procurando que la verdad y la realidad de los asuntos derive en el éxito que tienen en la práctica, en pocas palabras, es necesario reducir lo teórico a lo útil.  

Los pragmáticos establecen que no hay verdades absolutas y que el conocimiento más válido es aquel fundado en la experiencia por lo que el empirismo se convierte en una verdadera alternativa a la hora de generar resultados. Esto no quiere decir que la educación y el conocimiento científico se puedan dejar de lado, por el contrario, se procura buscar un equilibrio entre teoría, conocimiento, práctica y efectividad.

Si damos un vistazo sobre la aplicabilidad de esta corriente filosófica en la construcción de país, o en lo concerniente a los temas de desarrollo y búsqueda de soluciones económicas que generen crecimiento económico y empleo para la gente, entenderemos que no somos muy pragmáticos que digamos a la hora de plantear soluciones eficientes.

Hace unos días tuve la oportunidad de reunirme con miembros de comunidades rurales que buscan desde sus asociaciones presentar proyectos para fortalecer encadenamientos productivos en temas de café, panela y cacao.  Al escucharlos exponer sus iniciativas de manera clara, concreta, al grano y fácil, entendí que uno de los grandes problemas que tenemos en Colombia radica en esas pesadas y complejas metodologías que se exigen para la presentación de proyectos. Quienes han navegado las aguas de la administración pública entenderán la complejidad de las metodologías requeridas, tales como el marco lógico, la Metodología General Ajustada MGA, KPIT, SPI, y más recientemente el SISPT, entre otros. Estos instrumentos dirigidos y estandarizados por el Departamento Nacional de Planeación se convierten en un laberinto de procedimientos y requisitos que, lejos de facilitar, parecen obstaculizar el desarrollo efectivo y práctico en los territorios.

Los colombianos, especialmente aquellos que hoy ocupan cargos en el poder ejecutivo, llámese presidente, gobernadores o alcaldes, secretarios o directores, así como quienes lo hacen desde el congreso, asambleas y concejos municipales, deben entender que una de las principales causas de la paquidermia y el insoportable letargo que soporta este país para que pasen cosas, tiene su origen en ese laberinto de normas, procedimientos, requisitos y condicionamientos que impiden el desarrollo en equidad. Hoy más que nunca está demostrado que el Estado debe cambiar la fórmula del centralismo para la toma de decisiones, priorización y aprobación de proyectos, de lo contrario quienes han llegado al poder, quedarán crucificados automáticamente como le viene sucediendo a cantidad de gobernadores y alcaldes.

Debemos pasar de lo retórico a lo práctico, de lo teórico a lo útil y especialmente de los problemas a las soluciones por lo que es necesario involucrar a quienes hacen parte del problema, aquellos que son verdaderamente prácticos desde su realidad. No más construcción de políticas de desarrollo desde los fríos escritorios en Bogotá, todo esto se debe construir desde las regiones, especialmente desde las bases sociales con aquellos que conocen, viven y sienten los problemas que tanto afectan al país, es necesaria una verdadera descentralización para el avance progresivo de los territorios.