Con las botas puestas: el país de pie ante las subcampeonas del mundo
La Selección Colombia de fútbol femenino quedó grabada para la historia, no solo por disputar por primera vez la final de una Copa del Mundo, sino también porque terminó 'con las botas puestas' ante las principales potencias de todo el planeta.
El equipo sub-17 que dirige el 'paisa' Carlos Paniagua no pudo en la máxima instancia contra España, pero dejó un procedente que los seleccionados masculinos no habían podido lograr -con mayor respaldo económico- en ninguna de las categorías organizadas por la FIFA.
La tarea no era fácil de resolver; España ya había salido victoriosa en una disputa previa que desnudó las falencias de la 'tricolor', ostentaba un mayor promedio de talla respecto a la estatura de las colombianas, y sus jugadoras gozaban de procesos formativos en el 'viejo continente'.
Sin embargo, pese a lo bueno o lo malo que pueda aparecer en las evaluaciones posteriores a la derrota, el fútbol de Colombia se partió en dos con un antes y un después de la primera final de un Mundial.
El proceso comienza con un punto altísimo que deberá ser direccionado por las autoridades gubernamentales y los entes rectores del balompié en el país.