“Medellín permitió la construcción en las laderas de las montañas y luego tuvo que demoler edificios enteros”: Jaime Leguizamón
Bajo la campaña de Responsabilidad Social Empresarial que Ecos del Combeima la emisora con identidad regional ha iniciado por la defensa de los Cerros Tutelares en Ibagué, seguimos auscultando sobre los posibles riesgos que implicaría la urbanización de la laderas de los mismos en las diferentes zonas tutelares en la capital del Tolima.
Es importante recordar que en la concertación ambiental que se realizó entre Cortolima y la Alcaldía se determinó de forma cartográfica que la zona de mitigación de impacto tenía una longitud de 19 kilómetros y un ancho de 500 metros, pero misteriosamente cuando se decretó el POT esta última cifra se redujo a tan solo 300 metros, lo que significa que cerca de 1000 hectáreas de laderas quedarían fuera de la protección ambiental.
Un silencio inquietante
Ante esta amenaza latente las autoridades ambientales siguen sin pronunciarse y nuevos casos de irregularidades ambientales se van conociendo en el trascurso de la investigación, fue de esta manera que Econoticias conoció el caso del Volcán Guacharacos el cual fue descubierto hace más de 20 años en la construcción de la variante y sin embargo hasta el momento no ha sido incluido en los mapas de riegos ni se han adelantado estudios que determinen la amenaza real que representa para la ciudad, no obstante en los últimos meses se viene comercializando a las faldas de uno de sus domos el proyecto de vivienda campestre “Las Juanas” el cual no ha tenido en cuenta estas circunstancias de incertidumbre y se viene promocionando en prestigiosas revistas empresariales de la ciudad.
Al respecto Jaime Leguizamón Caicedo, historiador y ex presidente de la Cámara de Comercio de Ibagué, habló con Econoticias y refirió de manera anecdótica que “hace algunos años fui propietario de un predio cercano al Volcán Guacharacos, un día mientras realizaba una caminata por la quebrada Guacharacos y me encontré con una piedra pómez, ante mi curiosidad le pregunté a un amigo geólogo y fue él quien me enteró que en esa zona existía un volcán monogenético, en lo que por mi cuenta investigué descubrí que estas formaciones son puntos débiles de la naturaleza por los cuales se ha arrojado magma y ese evento puede volver a ocurrir porque ya se ha formado un camino”.
Nuevos volcanes por descubrir
Además Leguizamón aseguró que “al otro lado de la carretera existe otro volcán similar al Guacharacos, exactamente un poco después del cruce que existe entre la variante y la carretera de Rovira, en este punto existe una urbanización y los restos de la lava se pueden ver desde el lado derecho de la vía bajando hacia Rovira, no se sabe hasta el momento donde puede estar la boca de ese volcán pero es imperativo que no se permita la construcción en esta zona pues no solo se puede ver perjudicado el medio ambiente sino que se puede estar poniendo en riesgo la vida de las personas”.
Esta información concuerda con la opinión del geólogo David Galindo quien realizó el estudio de caracterización y Modelo Genético del Volcán Guacharacos, él cual explicó que en donde se encuentra un volcán monogenético generalmente existen más y que entre ellos constituyen una zona volcánica la cual finalmente podría reactivarse y causar una nueva erupción.
Frente al silencio que las entidades de control sostienen frente al tema , el ex presidente de la Cámara de Comerció expresó que “la Alcaldía tiene que intervenir por medio de Planeación, pero para mí ese silencio que han mantenido hasta el momento tiene como objetivo obtener ingresos y por eso se toman medidas que favorecen a unos pocos pero que de ninguna manera contribuye al desarrollo de la ciudad”.
Finalmente el historiador Jaime Leguizamón Caicedo hizo un llamado de conciencia en cuanto a la construcción de urbanizaciones en las laderas de las montañas, por lo cual expresó que “me gustaría que la gente se imaginara por un momento a Medellín, esta ciudad permitió la construcción en laderas y ahora enfrentan graves problemas , han llegado al punto de tener que demoler edificios enteros porque estos lugares se convirtieron en zonas de alto riesgo”.