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El legado

Somos proclives por naturaleza y debilidad humana a cometer errores, a no reconocerlos, a caer y caer en ellos, a señalar a los demás, juzgándolos casi siempre injustamente.
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24 Ene 2021 - 8:37 COT por Ecos del Combeima

Una profunda tristeza invade mi corazón al escribir estas líneas, que son motivadas por el inmenso aprecio, respeto y admiración, que tengo a quienes pese a la lucha han fallecido victimas del COVID 19. Cada vez que alguien muere por naturaleza en la percepción de todos, parece que el ultimo halito de vida saldara sus cosas negativas, sus cuentas pendientes, para darle paso a las buenas, a las alegrías, a lo que aportó, que son las que todos debiéramos ver en vida y no esperar hasta que la respiración cortada, ilumine en nosotros ese espíritu de reconocimiento.

Somos proclives por naturaleza y debilidad humana a cometer errores, a no reconocerlos, a caer y caer en ellos, a señalar a los demás, juzgándolos casi siempre injustamente, Moisés y las tablas de Dios, Jesús y su mandamiento del amor, regulan nuestro comportamiento, para otros, que no creen, sencillamente el respeto hacia los demás y el no hacer daño, los auto definen como buenos seres humanos. Sea cual sea nuestra creencia, forma de pensar o de ser, principios o valores, deberían llevarnos a conceptuar siempre bien sobre los demás, verles el buen lado, sus sentimientos, luchas, derrotas, alegrías o tristezas todo desde una óptica de humildad y solidaridad. 

Nuestros amigos y familiares que se han ido, entre los que puedo recordar a Carlos Alvarado, Carlos Sepúlveda, Álvaro Ramírez, Plinio Valencia y tantos otros, nos han dejado un legado, donde se puede destacar muchos valores como los de disciplina, trabajo, humildad y un gran amor por Ibagué y nuestro Tolima. También nos dejan un gran vacío en sus familias y en nuestra sociedad, como padres, amigos y líderes en cada uno de sus campos. En nuestra capacidad de resiliencia, deberíamos incluir un cambio profundo en nuestra forma de ver a los demás, ponernos en sus zapatos, entender sus contextos familiares, económicos, emocionales y sociales, solo de esa manera, ellos también empezaran a vernos distinto y lograremos humanizar y sensibilizar las relaciones. 

Recordando el legado de los que se han ido, bajo el sagrado principio de la unidad que permite derrotar cualquier adversidad, les pido a todos los que generosamente leen estas líneas, no perder la fe y la esperanza, pero ya, iniciar la reflexión y la acción de solidaridad por los demás, para que juntos podamos salir adelante. Que Dios nos ilumine, nos llene de comprensión y empatía, siempre en unidad.

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