Navidad en tiempos de pandemia

Los colombianos iniciaron un nuevo año lleno de esperanza, un año que dio paso a que se posesionaran los nuevos mandatarios que diseñaron planes de desarrollo soñadores para la construcción de proyectos que permitieran mejorar la calidad de vida de las comunidades, esos y muchos otros sueños que al finalizar el mes de marzo cambiaron, dando paso a la incertidumbre y al temor generado por un virus sin precedente alguno en la historia del país y que obligó a ciudadanos y ciudadanas a cambiar la forma de vivir.
Faltando pocos días para finalizar un año, que sin lugar a dudas deja muchas enseñanzas, como por ejemplo, entender que la vida es como un soplo de viento que desaparece de un momento a otro y que lo mejor sería vivirla con tanta intensidad cada día como si fuera el último de los soplos sobre la faz de la tierra.
Amar, sonreír, ser feliz a pesar de las adversidades puede ser todo un reto, pero si se analiza a profundidad sobre el sentido de vivir para morir o el vivir estando muertos se podría entender que se pudiera estar perdiendo el tiempo en temas irrelevantes, tiempo que se podría estar disfrutando, desafiando al mismo tiempo que cada vez pasa con mayor rapidez y que en algunas ocasiones se interpone en los sueños y metas pendientes por cumplir.
Y es que resulta inevitable responder cómo estuvo este año y cómo será el próximo, porque esos dos momentos revelan las emociones sobre un pasado que no se puede cambiar y el de un futuro que se desconoce. Lo cierto es que, en esta época del año, aflora un sentimiento de esperanza, también de incertidumbre, más cuando todavía no se ha superado la pandemia y se está cerca de culminar un 2020 que trajo consigo cambios y desafíos.
Cada persona, tiene una historia para contar sobre lo que ha sido su vida en medio de una pandemia, algunos con mucho dolor despidieron a sus seres amados que perdieron la vida a causa del COVID-19, otros tuvieron pérdida laboral, de oportunidades, de relaciones sociales, entre muchas otras en donde el común denominador fue perdida. Por eso esta Navidad tiene un sabor diferente, en donde se mezclan la nostalgia y melancolía con la alegría, en donde la necesidad de hacer un balance sobre lo vivido estos 12 meses del año 2020 puede generar frustración o impotencia por lo que no se hizo, no se logró, lo no vivido o simplemente lo que no pudo ser.
Un año en el que un virus que no se puede ver, recordó la fragilidad y vulnerabilidad de los seres humanos, al tiempo que demostró esa sensibilidad que a veces con el correr del tiempo se puede olvidar.
Los colombianos se han caracterizado por ser una sociedad resiliente, con capacidad de adaptación para afrontar las circunstancias como las vividas en el conflicto armado en donde las comunidades víctimas de la guerra han demostrado que sus pueblos están hechos de mujeres y hombres valientes que superan las adversidades, o la actual circunstancia que pareciera sacada de una película de ciencia ficción que demostró como fueron capaces las familias de vivir cinco, siete o más meses en confinamiento.
Hoy se vive en las calles una aparente nueva normalidad, claro sin una vacuna y con el latente temor de ser contagiado por el virus, barrios en donde la alegría de la Navidad está ausente, viviendas sin luces ni adornos navideños que en otra época llenaban de emoción el mes decembrino, pareciera que hasta los muñecos de Navidad siguieran confinados porque en definitiva ya nada es ni será como antes.
Un beso, un abrazo, compartir buñuelos, natilla, cantar Faltan cinco pa’ las doce... y el deseo de dar una feliz Navidad y próspero año nuevo como en los viejos tiempos ahora podrá vivirse desde la virtualidad o acompañada con medidas de bioseguridad y entre sonrisas y lágrimas se desee que esta pandemia haya sido el producto de una pesadilla próxima a terminar.
Navidad en tiempo de pandemia podría ser el inicio para escribir una nueva historia, dejar el acelere cotidiano y recordar que los humanos NO son todopoderosos, ni controlan todo y que se hace necesario detenerse y respirar a otro ritmo. Esta será una oportunidad de crecimiento en donde un virus probablemente llegó para sacudir, romper con viejos esquemas y enseñar a ser mejores personas.
Todo es temporal, y esta pandemia recordó que no se tiene control de la mayor parte de las cosas y que la actitud con la que cada persona enfrenta los momentos difíciles y vividos permitirá mejorar la convivencia con los demás.
El nacimiento del Niño Jesús será un motivo más para vivir una Navidad en comunión familiar, fraternidad y solidaridad, no se puede perder de vista que el reto de ser una mejor sociedad hasta ahora comienza.