El elefante y la culebra

La pandemia representa una urgencia tremenda en Colombia. Pero con ella no se nos pueden olvidar las urgencias que ha tenido nuestra democracia durante las últimas décadas.
Para empezar, el crimen de Álvaro Gómez Hurtado. ¿Quien o quienes lo mataron? Y por qué precisamente en este momento cuando la Fiscalía le pone el ojo a este crimen, aparecen las FARC a atribuirse el magnicidio?
Pero no es solo es el hecho de atribuirse el crimen de Álvaro Gómez, es el hecho de que 2 de los 10 cabecillas que se les otorgaron curules están de nuevo armados y delinquiendo?
¿Cómo continuamos tragándonos esos sapos si volvieron las extorsiones a nuestros campesinos, los secuestros, las muertes de soldados y las masacres? Ahora, lo diferente es que antes el escenario de la confrontación era exclusivamente en el campo y hoy vemos como esta se trasladó también a las ciudades, con el ELN y las disidencias de las Farc atropellando los valores ciudadanos, buscando socavar el poder y el gobierno, mientras causan miedo en la población.
La realidad de país es que el microtráfico está disparado en las ciudades, la inseguridad urbana es cada vez mayor y ha incluso configurado mafias en las principales capitales del país dedicadas a delitos comunes. Y se ponen miles de talanqueras para la fumigación de cultivos para complementar los otros métodos de erradicación que son claramente insuficientes en un país inundado en cocaína.
Necesitamos más seguridad, menos masacres, y fundamentalmente, no minar la confianza en nuestra fuerza pública y permitir contrarrestar el narcotráfico con las formas que han demostrado hacerlo de manera efectiva.
¿Y como si fuera poco, ahora se quiere aumentar el Congreso? Preciso cuando hablamos de reducción del gasto público, se propone incluir 12 senadores adicionales, lo que para mi es un desacierto y una burla con los colombianos.
En una situación de pandemia tan grave, y con el esfuerzo Yam grande que está haciendo el gobierno para asignar los recursos audiences para atender las necesidades de la población más vulnerable, meter este mico en la reforma política es el peor gol que puede recibir la austeridad en el gasto público en nuestro país.
Esos recursos que quieren poner en esas curules son los que necesita el Gobierno para adicionar a la atención social de la pandemia. Pero la pandemia no nos puede alejar de los problemas que se mantienen vigentes en nuestra realidad nacional.
Hay que ‘pararle bolas’ a lo que está pasando con el país mientras los ojos de todos están en el Covid. Que cuando vayamos a abrirlos, no se nos haya acabado la democracia.