Muchas veces nos preguntamos sobre cuál podría ser la forma para salir de tan bajo crecimiento, tan pobre productividad y la enorme dificultad que tenemos para salir de las fantasías de supuestos avances.
El 2026 no marcará un cambio de rumbo, marcará la resignación de un país que votará más por miedo que por convicción. Y esta vez, el costo lo pagará Colombia entera, no sólo su dirigencia.
Su gestión recordó que la verdadera reactivación provino del sector privado, que sostuvo empleo, inversión y confianza cuando la política económica no ofrecía garantías.
Mientras tanto, el Gobierno nacional anunció que el país tendría una “revolución agropecuaria”, pero casi cuatro años después los resultados van por otro lado.
Lo que pasó en Ortega, con insultos de corte machista y gestos de intimidación, nos obliga a hacernos una pregunta más profunda: ¿En qué momento confundimos la vehemencia con la grosería, la crítica con la agresión, la oposición con la descalificación?
¡Lo volvió a hacer! El representante a la Cámara, Gerardo Yepes hace méritos para obtener el título de indisciplinado del año al interior del partido Conservador.
¿Cómo es posible que, a pesar de contar con presupuestos, políticas y documentos que advierten sobre la importancia de tomar medidas, aún no tengamos campañas bien estructuradas para reducir el consumo de agua?
Hemos sido engañados, por altos estamentos nacionales quienes desconocen y pretenden minimizar las grandes falencias de este “antisistema de salud” fundamentado sobre la intermediación financiera.