Pasar al contenido principal
Econoticias y Eventos
Actualidad
COMPARTIR
Se ha copiado el vínculo

La Pola, cuando los intereses comerciales derrumban el pasado histórico de una ciudad

Hablar del barrio La Pola es remitirse a la historia misma de la ciudad, sus casas y calles coloniales fueron testigos del surgimiento de una aldea que creció hasta convertirse en lo que hoy es Ibagué. Sin embargo, la modernidad con sus intereses comerciales y la indolencia administrativa, están borrando poco a poco la huella del pasado.
Imagen
Crédito
Ecos del Combeima
13 Ago 2018 - 9:52 COT por Ecos del Combeima

 

 

Un pasado remoto del cual apenas quedan en pie algunas casonas que han sobrevivido al paso del tiempo y el abandono administrativo, mientras se sigue ofertando en los portales turísticos el atractivo cultural del sector, la verdad es que cada vez hay menos que ver.

Mientras en otras ciudades como Bogotá, Medellín o Cartagena han logrado establecer una ruta turística a través de sus sectores coloniales incentivando la conservación del patrimonio arquitectónico, en Ibagué se cae a pedazos en el olvido, las casonas van cediendo al inclemente paso del tiempo o simplemente son derrumbadas para levantar grandes edificios residenciales.

Atrás van quedando los tiempos en que los habitantes de La Pola se sorprendieron con la llegada del primer televisor o la primera fábrica de rockolas del país, la memoria de la ciudad se va diluyendo a medida que la bella arquitectura moderna va cambiando el paisaje urbano.

Esto debido no solamente al envidiable clima del sector sino a su cercanía con el centro de la ciudad y los grandes espacios de las casas quintas de la época colonial, estos factores han hecho de La Pola un espacio de ensueño para los visionarios constructores que buscan dotar sus proyectos de confort y por supuesto de valorización.

“Ibagué se ha caracterizado por tener barrios con nombres de fechas y personajes muy importantes, 7 de agosto, 20 de Julio o La Pola, éste último en honor a una de las primeras mujeres que luchó en la época de la colonia, éste es uno de los primeros emblemas de la ciudad, un barrio acomodado que acogió a los primeros colonizadores”, explicó el escritor e historiador Carlos Orlando Pardo.

Para el escritor, La Pola junto a los primeros barrios, representan el sentimiento patriótico con que se fundó Ibagué, un sentir que se fue perdiendo a falta de incentivar en las nuevas generaciones el amor por la historia.

Pardo comentó que en Ibagué faltó una política pública como la que se ha aplicado en ciudades como Popayán o Pasto donde el patrimonio arquitectónico hoy en día constituye un importante atractivo turístico que genera miles de millones de pesos al año.

“Hay un descuido y desprecio por el patrimonio cultural, eso se viene dando a lo largo de las administraciones del último medio siglo en Ibagué, La Pola ha venido perdiendo sus casonas antiguas y han sido remplazadas por edificios, que es lo que pide la modernidad, sin respetar el patrimonio cultural que es ley de la República, solo hay que ver el ejemplo de La Candelaria donde no se permite la construcción”.

El historiador recordó que en ciudades de otros países como Venecia, se ha conservado el patrimonio cultural durante siglos y es hacia las afueras en que se construyó la modernidad, sin embargo en Ibagué hay una masacre del patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad.

Para el reconocido abogado Gonzalo Parra la situación no deja de ser menos que lamentable pues las edificaciones del barrio La Pola se estén demoliendo para darle paso a grandes moles de cemento sin las condiciones mínimas de infraestructura de servicios públicos tales como alcantarillados, vías, andenes, parqueaderos y zonas verdes.

Sin contar que las autorizaciones por parte de las Curadurías Urbanas están alejadas del interés de conservar la tradición y la historia de la ciudad.

“Sería bueno que el municipio prohibiera la demolición de viviendas que conservan la arquitectura antigua, al estilo de Usaquén y La Candelaria en Bogotá, Coyoacán en México, San Francisco en los Estados Unidos y tantas otras zonas antiguas en muchas ciudades en todos los países del mundo”.

¿La premisa? Rescatar lo que queda  

Para Parra conservar las edificaciones sería una oportunidad de mostrar a propios y extraños, la Ibagué antigua y la Ibagué moderna, pero para ellos se requeriría que las Curadurías dejarán de pensar solo en los interés particulares.  

“Aún quedan muchas casas viejas y podemos rescatarlas de la voracidad de las constructoras que llegaron de otras ciudades a llenar sus  cuentas bancarias  de dinero a costillas de nuestro patrimonio histórico so pretexto de vender viviendas en la zona de mejor clima de la ciudad. La Secretaría de Planeación municipal debe regular la altura de los edificios que se construyan, que no deben pasar de 5 pisos al estilo de la capital de los Estados Unidos.

En fin, necesitamos defender lo nuestro, no queremos convertir La Pola en una zona más congestionada de lo que está.  Debemos iniciar una campaña de sensibilidad para defender lo nuestro”.

Gonzalo Parra apuntó que las casas que aún permanecen en pie deben servir de museos, restaurantes, cafés y todos aquellos establecimientos que ofrezcan a sus visitantes un ambiente agradable, en donde el pasado sea el presente y el ayer el hoy, una sala de recibo para los visitantes.

“Aquí compran a quien debe dar los permisos, no hay autoridad, son amigos y así se han burlado impunemente el patrimonio pese que hay un Comité de Patrimonio Arquitectónico compuesto por gente muy importante de la ciudad, pero eso no va más allá de la teoría, a la hora de la práctica con la vagabundería de las Alcaldías anteriores se han concedido todos los permisos, estamos hablando de una masacre en contra del patrimonio arquitectónico”, recalcó Pardo.

El escritor comentó que sería importante lograr la conservación de la parte del patrimonio que queda pero para ello se requiere atención por parte de las administraciones y que sea la misma comunidad quien reclame la conservación de su historia para que en un futuro no muy lejano la ciudad no se quedé sin una identidad y sin unas raíces.