Qué iba a saber el mundo que por cuenta de un extraño virus nos iba a cambiar la vida en tan poco tiempo. Salvo Bill Gates, quien, en 2015 predijo sin quererlo que probablemente el mundo debía prepararse para una pandemia; ningún experto o visionario logró adelantarse a los hechos que hoy vivimos.

Aunque el sector educativo, especialmente las instituciones de educación superior públicas, han sabido sortear las dificultades que se han presentado, los retos han sido bastante complejos.

El primero de ellos, sin ninguna duda fue remplazar las clases presenciales por el apoyo de las mismas a través de las TIC. Tratar de combatir las brechas digitales existentes en el país, fue una misión de emergencia, que por fortuna en la Universidad del Tolima logramos apaciguar con la entrega de más de 700 dispositivos tecnológicos y más de 1600 paquetes de conectividad a nuestros estudiantes más vulnerables.

Las medidas de bienestar en línea, la gratuidad en las inscripciones de matrícula, los descuentos en los costos de las mismas, así como el apoyo científico de diferentes IES a los laboratorios de salud pública para combatir el COVID-19, han sido factor fundamental y le han dado un rol protagónico a la universidad pública.

Además de la Universidad del Tolima, la Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia, la Universidad de Caldas, la Universidad del Cauca, la Universidad de Córdoba, entre muchas otras, junto a sus profesores e investigadores, han estado trabajando 24 horas, los siete días de la semana, con el propósito de agilizar los muestreos del virus en articulación con el Instituto Nacional de Salud.

Los rectores del Sistema Universitario Estatal-SUE, hemos estado trabajando sin descanso, no solo para garantizar que las clases mediadas por las TIC no tengan ningún problema, sino realizando y revisando protocolos de bioseguridad para un eventual regreso según disponga el Gobierno nacional. Así mismo gestionando convenios y enfocando nuestros esfuerzos en combatir la deserción en los tiempos difíciles, así como ese otro mal que por momentos nos afecta a todos: la indiferencia.

Las anécdotas de los grados virtuales, de las reuniones y jornadas académicas de las plataformas digitales, muy seguramente pronto quedarán en el olvido,algo que sin ninguna duda ya nos ha marcado un derrotero para el futuro cercano: la implementación de las tecnologías de la información y la comunicación es una necesidad apremiante.