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La lenta agonía del río Magdalena ante fenómeno del Niño

La extensa temporada seca ya cobra damnificados. La pesca y el comercio disminuyen.
4 Ene 2016 - 7:00 COT por Ecos del Combeima

El río Magdalena tiene sed. Los habitantes de los pueblos que viven en sus orillas ven con preocupación la temporada seca generada por el fenómeno del Niño, que viene disminuyendo su caudal en distintos puntos de sus 1.500 kilómetros de recorrido.

Decenas de municipios son testigos de cómo las altas temperaturas han ido agotando las aguas y, con ellas, el sustento de muchas familias. Sobre los pescadores del Huila, en el alto Magdalena, pesa la incertidumbre por el futuro de su actividad económica.

Uno de ellos, Gildardo Martínez, asegura que “se está viendo mucha pobreza”. Los ecos del problema llegan hasta el Tolima. En lugar de la subienda habitual para esta época, en el municipio de Honda, el río apenas supera los 3 metros de profundidad. Allí, 1.150 familias que viven de la pesca saben que esto tendrá consecuencias para el resto del año.

“De esa platica que hacía en enero, les compraba a mis hijos las cosas para el estudio, y me quedaba para sobrevivir por lo menos hasta la mitad del año y, cuando ellos crecieron, para ayudarle a mis nietos. Pero ahora no hay nada”, cuenta César Campos, pescador tradicional.

Y es que no solo está seco el río grande, sino también los que le dan de beber. El Gualí, por ejemplo, ya se puede cruzar caminado, según advierte el comandante de Bomberos de Honda, César Santana. La situación de las quebradas que surten de agua a la población tampoco es mejor.

Los habitantes han tenido que sobrevivir a temperaturas de 37 grados centígrados, con racionamientos de agua que duran hasta ocho horas diarias.

Sin transporte fluvial

A la altura del Magdalena Medio también sufren los pescadores, y a ellos se suman los transportadores del río, que han visto días duros por los puntos donde se ha vuelto imposible la navegación. 

En Barrancabermeja, José Garcés, transportador asociado de la empresa San Pablo S. A., ha visto disminuir el caudal del Magdalena y, con él, la afluencia de pasajeros dispuestos a pagar los habituales 3.000 pesos para abordar ‘El ejecutivo número 9’ y viajar a Puerto Wilches (Santander), Cantagallo o San Pablo (sur de Bolívar).

Cada vez eran más las maniobras que debía hacer su chalupa para no encallar en los islotes de arena en el Magdalena, engrandecidos por la falta de agua.

“Han disminuido las utilidades de los transportadores, porque las personas que quieren atravesar el río deben buscar embarcaciones más pequeñas para llegar a su destino”, explica José.

Él y sus colegas le piden al Gobierno que baje los aranceles de los equipos de navegación, que se desgastan en los viajes por la escasa profundidad. Su argumento es que “la arena agitada tapa el motor y, con el dólar carísimo, es difícil comprar esos equipos, que son importados”.

Una situación similar viven, aguas abajo, los navegantes de Magangué (Bolívar). El presidente de la Sociedad Portuaria de este municipio, considerado el embarcadero más activo sobre el río, reporta que se mantiene restringida la navegación justo en una de las épocas del año con mayor movimiento.

Esto afecta, entre otros, a los lancheros que viven de llevar turistas a pasear por el mangle. “Pero sin río, ¿cómo trabajamos?”, se pregunta Alirio Hernández, un habitante del vecino municipio de Mompox que se dedica a esa actividad.

Ese puerto colonial, ubicado en una isla en medio del río, está sin agua hace seis días, y sus habitantes recibieron el año nuevo con apenas unas gotas que fueron distribuidas en carrotanques.

También se quedaron sin suministro de agua varios municipios del departamento de Magdalena, como Cerro de San Antonio, Pedraza, Concordia, Zapayán y algunos corregimientos de Pivijay. La razón, según el jefe departamental de Gestión del Riesgo, Jorge Cruz, es que sus acueductos se abastecen de caños a los que ya no alcanza a llegar el agua del río.

Hasta el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) se ha visto afectado. El bajo nivel del agua en el muelle fluvial de carga de El Banco (Magdalena) no ha permitido hacer las mediciones sobre el río que hace esa entidad. Por esta razón, la subestación que tiene el instituto en este lugar tuvo que ser trasladada temporalmente.

El inspector fluvial de El Banco, Rodrigo Vilardy, explicó que “hace muchos años no se presentaba esta situación en diciembre, que siempre ha sido época de inundaciones”. Según él, la situación crítica apenas comienza.

Tomado de El Tiempo (ver nota original)