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Imponente beatificación para Juan Pablo II

<p>&nbsp;La beatificaci&oacute;n de uno de los pont&iacute;fices m&aacute;s populares de la historia reciente, que viaj&oacute; por todos los rincones del planeta y utiliz&oacute; todo tipo de medios de comunicaci&oacute;n para llevar su mensaje al mundo, convierte su papado en uno de los emblemas de la Iglesia de la era moderna.</p> <p>&nbsp;</p>
1 Mayo 2011 - 7:37 COT por Ecos del Combeima

Miles de personas asistieron esta madrugada a la plaza San Pedro a la beatificación de Juan Pablo II, proclamado beato por el papa Benedicto XVI tan solo seis años después de su muerte. 

La beatificación del Papa polaco, quien falleció el 2 de abril de 2005 a los 84 años tras una larga enfermedad que el mundo siguió en directo, es el paso previo a la canonización y se lleva a cabo en un tiempo récord, inferior a los cinco años habitualmente necesarios para iniciar el proceso, destacó Efe. 

El nuevo beato, entre los papas que más tiempo han ocupado el trono de san Pedro, transformó el rostro de la Iglesia en casi 27 años de pontificado. 

Que su beatificación sea el día del trabajo, es una coincidencia feliz ya que durante su juventud Karol Józef Wojtyla fue obrero metalúrgico, además de gran defensor del sindicato independiente polaco Solidaridad, que dio lugar al movimiento en los años 80, contribuyendo a la caída del comunismo en Europa del Este. 

Unas 300.000 de personas, entre ellas polacos, españoles, franceses larribaron en trenes, avión y buses especiales a Roma para asistir a la ceremonia, presidida por uno de sus colaboradores más cercanos, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa. 

Numerosas personalidades, entre ellas el presidente de México, Felipe Calderón, el primer ministro francés, François Fillon, la primera dama dominicana, Margarita de Fernández, asistieron a la beatificación, transmitida en directo por televisión a numerosos países. 

En la víspera de la beatificación se celebró una misa de preparación en el Circo Máximo, en el centro de Roma. El 2 de mayo, será oficiada una misa de acción de gracias en la Plaza de San Pedro, presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado. 

La sepultura definitiva de los restos de Juan Pablo II se realizará en la basílica de San Pedro, en la capilla de San Sebastián, al lado de la capilla en donde se encuentra la célebre estatua La Piedad de Miguel Angel, en el ala derecha del templo, y se realizará de forma privada. 

La beatificación de uno de los pontífices más populares de la historia reciente, que viajó por todos los rincones del planeta y utilizó todo tipo de medios de comunicación para llevar su mensaje al mundo, convierte su papado en uno de los emblemas de la Iglesia de la era moderna. El Pontífice juvenil, deportivo, accesible, que escalaba montañas, esquiaba y bromeaba, fue inflexible hasta el final sobre temas como el control de la natalidad, el aborto y el divorcio. 

Tampoco puso en discusión el celibato de los sacerdotes o el papel de las mujeres en la Iglesia, aunque fue el primer Papa que visitó una mezquita y una sinagoga, promovió el diálogo entre las religiones y no le tembló la voz para gritar contra la guerra, criticar el capitalismo salvaje y pedir centenares de veces perdón por los pecados cometidos por los católicos a lo largo de su milenaria historia. 

La celeridad con la que el nuevo beato alcanza la gloria de los altares se explica por la "imponente reputación de santidad de la que gozó Juan Pablo II durante su vida, en su muerte y después de su muerte", explicó recientemente el Vaticano. 

La comisión de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos aprobó en enero pasado el milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II, para lo cual se escucharon inclusive a sus detractores. 

Se trata de la curación "inmediata e inexplicable", en junio del 2005, de la monja francesa Marie Simon-Pierre, quien sufría el mal de Parkinson, la misma enfermedad que afectó al jefe de la Iglesia católica. 

La monja, de 50 años, enfermera de profesión, asistió a las ceremonias en homenaje a una de las figuras más carismáticas de la Iglesia, en un momento marcado por el desprestigio de la institución tras los escándalos en varios países de Europa y América por la pedofilia de sacerdotes.