Desde el 2019 se empezó a hablar del entonces gobernador de Casanare, Alirio Barrera, luego de que este pagara todas las deudas de su departamento, que oscilaban entre los $127 mil millones; bajara la pobreza del 56 por ciento al 18,3 por ciento, y el desempleo a menos del 9 por ciento, subiera la productividad al primer lugar del país; implementara cuatro universidades públicas y dos sedes del SENA, y cumpliera con el 97 por ciento de las metas establecidas en el Plan de Desarrollo, en un territorio que por 20 años fue tildado como el más corrupto de la nación.

Barrera llegó a la Gobernación de Casanare en 2016 por el empujón del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien le insistió en asumir este reto y trabajar arduamente para ganar las elecciones, y quien para finales de 2021 le extendió la invitación a postularse como precandidato a la Presidencia de la República por el Partido Centro Democrático, convirtiéndose en la revelación de la política nacional.

Este ‘criollo’ desplazado por la violencia, quien no terminó su bachillerato, quien fue vendedor ambulante y se hizo a pulso, es apasionado por los caballos y por servirle a la gente, por eso quiere trabajar por el país, por los agricultores, las víctimas del conflicto, la educación y la disminución de los gastos del Estado.

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Alirio Barrera está embarcado en una campaña sorpresiva para el plano nacional, pero predecible y fuerte para quienes llevan siguiendo su carrera desde sus inicios.

En menos de dos meses de contienda, el exgobernador ya ha llenado coliseos, parques, plazas y auditorios, en ciudades y municipios como Bogotá, Villavicencio, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, Yopal, Aguazul y Sogamoso.

Hoy, Barrera es una de las figuras de mayor renombre para el Centro Democrático, tanto así que le fue otorgado el número 2 en el tarjetón, lo que lo deja en un lugar bastante privilegiado, en comparación con “uribistas purasangre”, que ya han trasegado por las filas de esa colectividad desde hace tiempo.