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Ibagué y el Tolima en 2035: la encrucijada de un crecimiento desigual

El Tolima tiene un potencial inmenso, pero este no se materializará sin un cambio en la forma en que se planifica y gestiona su desarrollo.
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Dr. Ismael Perdomo
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Suministrada
14 Ene 2025 - 15:16 COT por Ecos del Combeima

La evolución de una región se mide no solo por su crecimiento económico, sino también por su capacidad para garantizar bienestar, equidad y sostenibilidad. En el caso de Ibagué y el Tolima, los últimos diez años han reflejado una dinámica de crecimiento limitado y desarrollo desigual. Si estas tendencias persisten durante la próxima década, el panorama de 2035 será una combinación de oportunidades perdidas y retos estructurales profundos. 

En 30 años el Tolima será uno de los 3 peores Departamentos de Colombia, y en 50 a 60 años estaría en los peores lugares frente al mundo.

Demografía: una región que envejece

Los datos demográficos actuales sugieren una región en proceso de envejecimiento acelerado. Actualmente, el 17.8% de la población del Tolima tiene más de 60 años. En 2035, esta cifra podría superar el 25%, situando al Tolima como uno de los departamentos con mayor proporción de adultos mayores en Colombia. Este fenómeno no es fortuito: la migración de jóvenes hacia Bogotá y otras ciudades en busca de mejores oportunidades continuará erosionando la base laboral de la región.

La despoblación rural será otra tendencia preocupante. Municipios pequeños seguirán viendo cómo sus comunidades jóvenes desaparecen, dejando zonas rurales con una población envejecida, sin capacidad de renovación demográfica ni económica. Mientras tanto, Ibagué, aunque mantendrá su población en torno a los 560,000 habitantes, enfrentará mayores presiones sobre sus servicios urbanos debido a la migración interna desde el resto del departamento.

Economía: dependencia y estancamiento

Económicamente, el Tolima continuará atrapado en un modelo basado en sectores tradicionales. La agricultura, aunque esencial, seguirá siendo poco competitiva debido a la falta de tecnificación y diversificación. Cultivos como el arroz, café y maíz enfrentarán desafíos frente al cambio climático y la competencia de otras regiones más modernizadas.

El sector industrial, históricamente liderado por la industria textil en Ibagué, no logrará recuperar su dinamismo sin inversiones significativas en innovación y tecnología. Además, la dependencia de subsidios y transferencias nacionales limitará la autonomía financiera del departamento, restringiendo su capacidad para ejecutar proyectos transformadores.

El turismo, aunque con potencial, no alcanzará niveles significativos debido a la falta de infraestructura y estrategias integradas. Destinos como el Cañón del Combeima, Honda y el Nevado del Tolima seguirán subexplotados, dejando al Tolima rezagado frente a regiones como el Eje Cafetero o Santander, que ya han consolidado sus marcas turísticas.

Desarrollo humano: brechas persistentes

Uno de los indicadores más preocupantes será el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Si bien Ibagué podría mantener niveles medios-altos, las áreas rurales del Tolima permanecerán rezagadas. En 2035, las disparidades entre zonas urbanas y rurales se ampliarán, afectando especialmente la educación, la salud y el acceso a servicios básicos.

La educación, por ejemplo, continuará siendo un desafío. Aunque la tasa de alfabetización en Ibagué podría mantenerse en el 93%, las zonas rurales enfrentarán tasas mucho más bajas, en torno al 80%. La deserción escolar será un problema persistente, exacerbado por la falta de oportunidades laborales y sociales.

En salud, el envejecimiento poblacional incrementará la carga de enfermedades crónicas, como hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Sin inversiones en infraestructura sanitaria y programas de prevención, el sistema de salud del Tolima estará desbordado, especialmente en municipios rurales donde la atención médica ya es limitada.

Infraestructura y sostenibilidad: un desafío postergado

La infraestructura vial seguirá siendo un talón de Aquiles. Aunque obras como el Túnel de la Línea mejorarán la conectividad interdepartamental, las vías secundarias y terciarias continuarán en malas condiciones, aislando comunidades rurales y limitando su acceso a mercados y servicios.

La sostenibilidad ambiental será otra asignatura pendiente. Sin políticas claras de protección, ecosistemas clave como el Cañón del Combeima y el Parque Nacional Natural Los Nevados enfrentarán presiones por el desarrollo urbano y la actividad agrícola. Además, la falta de adopción de prácticas agrícolas sostenibles aumentará la vulnerabilidad del Tolima al cambio climático.

Si la tendencia actual continúa, Ibagué y el Tolima podrían posicionarse entre los tres peores departamentos de Colombia en términos de desarrollo y competitividad en un plazo de 20 a 30 años (2055). Esto se debe a la falta de diversificación económica, la dependencia de sectores tradicionales y el rezago en educación y salud.

En un contexto global, el Tolima podría encontrarse entre los lugares más rezagados del mundo en aproximadamente 50 a 70 años (2075), comparándose con regiones con niveles de pobreza extrema y bajo desarrollo humano, si no se toman medidas significativas para cambiar el rumbo.

La historia nos enseña que las naciones y regiones que han prosperado lo han hecho bajo principios de justicia, equidad y temor de Dios. Cuando los pueblos se apartan de Él, enfrentan el deterioro de sus valores, sus estructuras sociales y, finalmente, su desaparición, sin importar el papel protagónico que hayan jugado en la historia. Por eso, Ibagué y el Tolima necesitan un pueblo que ame y sea obediente a Dios, acompañado de gobernantes que también busquen Su guía y Su sabiduría. Solo con líderes justos, íntegros y temerosos de Dios se podrá garantizar un futuro de prosperidad para la región, basado en principios sólidos y en el bienestar colectivo.

Un futuro en la encrucijada

Si estas tendencias persisten, el Tolima en 2035 se posicionará como un departamento de crecimiento insuficiente y desarrollo desigual. La brecha entre Ibagué y las zonas rurales se profundizará, y la región enfrentará un contexto de competitividad económica limitada y retos sociales persistentes.

Frente a departamentos como Antioquia, Cundinamarca o el Eje Cafetero, el Tolima quedará rezagado en términos de innovación, educación y calidad de vida. Incluso comparado con departamentos con características similares, como Huila o Cauca, el Tolima mostrará debilidades en diversificación económica y sostenibilidad.

Reflexión y llamado a la acción

Desde una perspectiva epidemiológica, estas tendencias representan un aumento en las inequidades sociales y de salud. El envejecimiento poblacional, combinado con la pobreza y la falta de acceso a servicios básicos, creará un entorno donde las enfermedades crónicas y la desigualdad se amplifiquen. Además, la migración y la despoblación rural tendrán un impacto profundo en la cohesión social y la capacidad de las comunidades para sostenerse a sí mismas.

La pregunta, entonces, no es solo cómo será el Tolima en 2035 si la tendencia continúa, sino qué podemos hacer hoy para cambiar ese rumbo. La región necesita un liderazgo político visionario, capaz de implementar políticas integrales que promuevan la diversificación económica, la modernización agrícola, el desarrollo rural y la sostenibilidad ambiental.

Como médico y epidemiólogo, mi preocupación radica en las implicaciones sociales y de salud de este futuro proyectado. No es suficiente planificar desde la perspectiva económica; debemos abordar las necesidades humanas fundamentales: acceso a servicios básicos, educación de calidad y sistemas de salud robustos.

El Tolima tiene un potencial inmenso, pero este no se materializará sin un cambio en la forma en que se planifica y gestiona su desarrollo. La próxima década será crucial para decidir si el departamento avanza hacia un modelo de desarrollo equitativo y sostenible o si permanece atrapado en un ciclo de crecimiento desigual y oportunidades desperdiciadas. El tiempo de actuar es ahora.

Por Ismael Perdomo, Médico Cirujano y Especialista en Epidemiología y Pediatría