Sobre la invasión del espacio público en Ibagué
Ibagué hace mucho tiempo dejó de ser una ciudad pequeña o un “pueblo grande” como le llamaban odiosamente hace algunos años quienes venían de la capital. El desarrollo de múltiples proyectos de vivienda en sectores como Calambeo, la Samaria, Hacienda Santa Cruz, entre otros, han permitido un crecimiento y un avance exponencial en lo que al sector inmobiliario respecta. Barrios tradicionales como La Macarena o La Pola con el pasar del tiempo dejaron de ser residenciales y han ido albergando una nutrida variedad de restaurantes y negocios del sector gastronómico, y pese a los comentarios de los más pesimistas, sin duda hoy tenemos una ciudad intermedia y digna de ser visitada, pues tiene una ubicación clave en el mapa colombiano.
Desde luego que reconocer ello no puede hacernos olvidar de los problemas que tenemos como ibaguereños, muchos de ellos de vieja data. Un aeropuerto que funciona a media marcha y con poca oferta de vuelos, el desempleo que, aunque se ha logrado reducir mínimamente en los últimos meses, sigue aquejando a la población que en su mayoría viven en la informalidad, y quizás uno de los más complejos, las vías y calles que se han quedado cortas ante el crecimiento de la ciudad. Desafortunadamente el tema de avenidas por las cuales transitar se complementa con la falta de cultura ciudadana y la falta de tolerancia, pues los accidentes automovilísticos son el pan de cada día, y aquello se debe en la mayoría de los casos a la irresponsabilidad de los conductores que pocas veces andan con precaución y viven con la famosa “ira de carretera” todo el tiempo.
Pero en lo que me quiero centrar hoy es en la invasión del espacio público en Ibagué. Pues a pesar de que el director de esa oficina en la Alcaldía manifiesta estar adelantando diferentes operativos respecto al tema, se siguen evidenciando puntos álgidos en donde caminar es toda una travesía, pues hay carros parqueados a ambos costados, avisos de negocios o incluso los mismos negocios invadiendo calles, carriles y andenes. Por ejemplo, pasar por el sector de la Plaza de la 21 es toda una odisea.
El desorden que allí se evidencia no solo se convierte en un tema de estética, sino en un foco de delincuencia y expendio de alucinógenos, pues habitualmente hay una alta presencia de habitantes de calle que incluso alejan a los ciudadanos de las ventas del mercado que a su vez permanecen regadas en la carretera o en camiones a ambos costados de la vía.
Igualmente sucede en la calle 25 con carrera sexta en donde abundan los talleres de motocicletas y autopartes y en donde pareciera no haber Dios, ni ley. A ello se le deben sumar: la glorieta de Mirolindo como nueva bahía de ambulancias, el sector de Arkaparaiso detrás del Éxito de la calle 80 donde prolifera la venta de pasteles y empanadas que incluso obstaculizan una de las vías de acceso al barrio, el sector de la calle 42 con 5ta carril subiendo frente a la Nueva EPS (en donde hay un gran parqueadero público sobre el andén), y quizás el caso mas grave, la calle tercera que dejó de ser bonita hace mucho tiempo.
Es evidente que frente a las problemáticas esbozadas es necesario hacerle frente todos los días sin descanso, y ese es el mensaje para quienes están al frente de esa cartera. La ley es para cumplirla y para hacerla cumplir a diario. Soy un convencido que la convivencia y la seguridad ciudadana deben pensarse más allá de lo punitivo, pero pareciera que frente a los temas de invasión de espacio público no se aplica ni lo punitivo, ni la pedagogía. De ser así, no habría tanta reincidencia en aquellas infracciones que afectan la movilidad y la sana convivencia, al igual que ocurre con los famosos “paleteros” de la calle 60 y los limpiavidrios, quienes persisten ocasionando problemas.
Desde este espacio reitero el llamado a la administración municipal para que nos den a conocer las estrategias frente a los problemas de movilidad e invasión de espacio público, pero también para que, de ser necesario, en coordinación con la Policía, se apliquen los respectivos comparendos. ¿Con que cara invitamos gente a eventos deportivos como la anunciada Copa Davis, si persisten en la ciudad ese tipo de problemas?