De la sociedad del conocimiento a la sociedad de la ignorancia
Desde principios del siglo XXI se popularizo el término “Sociedad del Conocimiento”, que nace a partir de la implementación de las TIC en el mundo de la academia, la información y los negocios. El primer exponente de esta corriente basada en la información y el conocimiento fue el austriaco y norte americano por adopción Peter Drucker, también conocido como el filósofo de la gestión empresarial y padre del management, que es una forma moderna de dirección empresarial. Hoy, la “sociedad del conocimiento” peligra gracias a los avances de las tecnologías que todo lo hacen fácil y a la mano. Un inmenso abanico de tecnologías emergentes viene generando una tremenda encrucijada en las comunidades de aprendizaje, muchos jóvenes y adultos cada día que pasa utilizan tecnologías dejando de lado el razonamiento, reduciendo la capacidad de pensamiento, analisis o procesamiento de información. Millones de personas hoy cuentan con un mar de información que solo tiene un dedo de profundidad, solo con un click se accede a información superficial sin necesidad de investigar más allá de lo necesario.
A medida que han venido avanzando la cuarta y quinta revolución industrial, el celular se ha convertido en un órgano más del cuerpo humano, pues prácticamente se adhiere a la mente y a los sentidos en un plano de “Inteligencia Artificial Natural” o como dicen los especialistas “Nativos Digitales”, es decir esos jóvenes que ya nacieron con este chip incorporado. Sin lugar a duda, el celular es el artefacto más importante en la vida del ser humano durante la modernidad y post modernidad. De la mano de celulares, Tablet, computadores y otras herramientas que hacen parte de las TIC, se ha masificado el internet y con esto una cantidad de componentes virtuales complementarios como buscadores, aplicaciones, juegos y redes sociales que aumentan el ocio generando pérdida de tiempo, impidiendo que millones de seres humanos se dediquen a pensar más allá, reduciendo el intelecto per cápita en las naciones a la hora de generar invenciones, patentes, ciencia, tecnología e innovación.
La mente humana se ha vuelto perezosa, hasta para realizar una simple operación matemática se utiliza la calculadora del celular sin que las neuronas se sientan obligadas a trabajar. La comunicación moderna obliga a que todo sea lo más visual posible, que lo títulos sean cortos y llamativos y que los escritos noticiosos o columnas solo tengan entre 400 y 800 caracteres, evitando estresar o exigir la mente de los receptores, pues las personas no disponen del tiempo necesario para leer o analizar a profundidad textos o artículos especializados, o peor aún, dificultando la capacidad para resolver problemas.
Lamentablemente en Colombia la situación es compleja, especialmente en la población más joven, la realidad es que tenemos una sociedad que todo lo critica, pero que no tiene pensamiento crítico, una sociedad que exige cambios, pero que muy poco aporta para lograr el cambio, una sociedad que pareciera quererlo todo fácil o incluso gratis, pues el modelo asistencialista se ve como la principal solución para mucho que viven de limosnas estatales que en nada contribuyen al desarrollo social y económico del país.
Estamos pasando de la sociedad del conocimiento a la sociedad de la ignorancia, todo esto en medio de una carrera hacia el consumismo donde los grandes grupos económicos y monopolios de la comunicación utilizan carnadas infalibles: redes sociales, absurdos o ridículos influencer que dibujan estereotipos en niños y jóvenes que no quieren pensar más allá. Cientos de aplicaciones y otros señuelos artificiales atraen y conquistan a jóvenes y adultos, manteniéndolos ocupados en pasatiempos vacíos. El emprendimiento y el empresarismo nacen en ecosistemas en los que se dedica tiempo al conocimiento y la investigación; por ende, el desempleo juvenil crece y crece sin percatarnos de que la juventud está programada y atrapada convirtiéndose en NINIS (jóvenes que Ni Estudian Ni trabajan).
Mientras no se estimule la lectura y la investigación desde espacios sociales, lúdicos, colegios o universidades; difícilmente se podrá nutrir a las nuevas generaciones con ideas que permitan desarrollar emprendimientos disruptivos que a su vez posibiliten el desarrollo económico y la generación de empleo. El estado debe regular y saber encaminar el uso de las tecnologías emergentes que trae consigo la Inteligencia Artificial, generando ecosistemas de conocimiento en los que los estudiantes utilicen estas tecnologías con fines productivos, para la resolución de problemas y el mejoramiento de los procesos de CTeI. Sin lugar a duda, estamos en medio de un laberinto llamado “la sociedad de la ignorancia”.