¡Coherencia por favor!
Uno de los grandes retos de los seres humanos es el de ser coherente; esa armónica relación que existe en actuar conforme a lo que se piensa y lo que se dice. Bien lo establecía Mahatma Gandhi: “La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos”.
Sin embargo, esa unión es tan difícil de sostener cuando se ha vuelto común que los hechos de las personas estén totalmente alejadas de lo que alguna vez han dicho o representado , haciendo más popular el viejo adagio: "predicar pero no aplicar", o como alguna vez lo dijo Walter Riso: “Hay gente que funciona como una escopeta de perdigones: piensa una cosa, siente otra y sus actos se dispersan sin dirección.”
En el ámbito político o de lo público si que aplica esta frase, sobre todo a la hora de gobernar, cuando en el afán por conseguir la aprobación popular se vuelven tan flexibles, que sobrepasan los límites ideológicos, partidistas y hasta personales; es que desde que se inventaron eso de que la política es “dinámica”, con esas palabra justifican “volteadas”, traiciones y “cambios de opinión”.
Un ejemplo claro de incoherencia es lo que sucede con varios políticos locales, como el ex alcalde de Ibagué Andrés Hurtado. Cuando Andrés comenzó su carrera política, lo hizo de la mano del dos veces ex alcalde de Ibagué Rubén Darío Rodríguez; en esa época era un defensor a ultranza del Partido Liberal. Posteriormente, dio el salto a la organización política que lidera Oscar Barreto, volviéndose mas conservador que Laureano Gómez, tanto así que fue el Partido Conservador y su militancia quienes hicieron posible que fuese alcalde de nuestra capital.
Mientras fue Alcalde, hizo inscribir a su candidata hoy alcaldesa, por el el Partido Centro Democrático. Hoy, tras once meses de haber terminado su periodo como alcalde, renunció al Partido Conservador, se autoproclamó coordinador del Partido Cambio Radical en el Tolima pero como no accedieron a sus intereses, renunció al partido y ahora se rumora que su proxima estación será el Partido de la U.
Entonces, es precisamente esa falta de coherencia la que genera un ambiente de incredulidad y desconfianza por parte de los ciudadanos ante todas las acciones de los políticos. Actuaciones salidas de contexto, sin la cohesión que se espera de alguien que está en el ejercicio de lo público y que representa e interpreta los intereses de sus votantes, de un partido y de la sociedad en general. Obviamente, esto no solo aplica para la política, también aplica para la vida.