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Tolima Centro de Inversiones, apostándole a un territorio más competitivo

Celebro profundamente la acertada estrategia de competitividad y desarrollo territorial impulsada por la Gobernadora Adriana Magali Matiz que consiste en especializar cada una de las seis subregiones del departamento, lo que en términos técnicos se denomina subregionalización funcional.
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Alejandro Rozo
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18 Ago 2024 - 6:00 COT por Alejandro Rozo

El próximo martes 20 de agosto, con la presencia de la Gobernadora del Tolima, se reunirá en pleno la Comisión Regional de Competitividad para lanzar el Plan Regional de Competitividad – “Tolima Centro de Inversiones”. En este evento también se presentará el Índice de Competitividad elaborado por la Universidad del Rosario y el Consejo Privado de Competitividad.

Un Plan Regional de Competitividad es un documento resultado de un proceso participativo de concertación entre los actores de la cuádruple hélice (Empresa, Estado, Academia y Sociedad) que establece los pilares o lineamientos generales para mejorar la competitividad a largo plazo (12 a 15 años), definiendo acciones, estrategias y proyectos de impacto que transformarán el territorio. Cabe por supuesto, apuntar al desarrollo de megaproyectos estratégicos o proyectos ancla en cada una de las subregiones del departamento, generando nuevas dinámicas para la transformación del territorio en su amplia ruralidad. Aclaro que estos megaproyectos no tienen que ser necesariamente de iniciativa gubernamental; los gremios económicos y academia deben proponer y estructurar alternativas audaces de desarrollo esto es, cada una de estas cuatro hélices generando iniciativas para el desarrollo, el territorio difícilmente podrá avanzar.

Antes de adentrarme en la importancia y lo que representa un plan de competitividad, quiero expresar con mucho respeto, las profundas diferencias metodológicas que tengo respecto de las mediciones que adopta el Sistema Nacional de Competitividad, no me parece pertinente medir a todos los territorios con la misma vara. Por ejemplo: si comparamos al Tolima con Cundinamarca, Boyacá, Antioquia o Santander, encontraremos diferencias significativas entre estos territorios: la conformación histórica, la densidad y aglomeraciones poblacionales, la existencia de nodos funcionales o áreas metropolitanas, el grado de desarrollo relativo debido a la geolocalización y condiciones de carácter económico y presupuestal generadoras de disfuncionalidades entre los territorios. Antioquia es 34 veces más grande que el departamento de Quindío, 15 veces más grande que Risaralda y 3 veces más grande que el Tolima. Cundinamarca y Boyacá tienen casi la misma extensión territorial que Tolima, pero se subdividen en 116 y 123 municipios respectivamente, mientras que Tolima tiene solo 47 lo que genera profundas diferencias entre los territorios respecto a las capacidades institucionales para la gestión y el desarrollo de proyectos. 

El Plan Regional de Competitividad en realidad es un plan de alcance departamental pero utiliza el término "regional" para darle mayor renombre o relevancia. Metodológicamente, debe contener pilares estratégicos y ejes transversales orientados al fortalecimiento y la consolidación de las instituciones a través de una gobernanza sólida y una mayor capacidad de articulación. También se enfoca en la definición de vocaciones productivas, el ordenamiento territorial del departamento, la elaboración de planes de ordenamiento productivo, la subregionalización funcional , la especialización inteligente de las subregiones y abordar aspectos como la productividad, la comercialización, el marketing territorial, la atracción de inversión e internacionalización, la ciencia, tecnología e innovación aplicadas a la realidad del territorio, la educación a partir de una formación pertinente y el desarrollo territorial en infraestructura estratégica, movilidad y logística (Infraestructuras Logísticas Especializadas - ILES e Infraestructuras Logísticas Agropecuarias - ILAS) para garantizar la transformación de productos (bienes o servicios) ojalá con fines de exportación.

Es fundamental que el Plan Departamental de Competitividad contenga un plan de acción que establezca diagnósticos actualizados, iniciativas, metas, indicadores, actividades, responsables y tiempos que midan la gestión de manera cronológica para lo cual es fundamental garantizar la gobernanza en la gestión rigurosa de los datos. Sin rigor metodológico, este documento surtirá un mero trámite burocrático.

El anterior Plan Regional de Competitividad, que probablemente sigue vigente, estableció que la agroindustria, la logística y el turismo eran las principales vocaciones de un territorio eminentemente agrícola. Sin embargo, había mucha teoría y poca práctica por lo que no se avanzó como se esperaba en la materialización de estas vocaciones lo que ha traído como resultado que el aporte del Tolima al PIB nacional se haya estancado en un 2.1% durante los últimos 20 años, mostrando un incipiente crecimiento económico y del tejido empresarial. Con esto surgen varias preguntas: ¿las vocaciones deberán ser las mismas (agroindustria, logística y turismo)? ¿Cómo se articulará el Plan Regional de Competitividad con la visión 2050? ¿Cómo se está ordenando el territorio en términos de sostenibilidad y productividad?

Celebro profundamente la acertada estrategia de competitividad y desarrollo territorial impulsada por la Gobernadora Adriana Magali Matiz que consiste en especializar cada una de las seis subregiones del departamento, lo que en términos técnicos se denomina subregionalización funcional. A partir de esta especialización territorial, se desarrollarán trece corredores productivos estratégicos debidamente ordenados, que contarán con equipamientos en materia productiva, de movilidad, infraestructura y servicios públicos, así como en salud, infraestructura educativa y tecnológica. Esta estrategia, sin lugar a duda, mejorará las condiciones competitivas del departamento, lo que resultará a mediano y largo plazo en un territorio que atraerá inversiones permitiendo el crecimiento del tejido empresarial, la generación de empleo de calidad y el mejoramiento de la calidad de vida de los tolimenses. 

Hoy existe una esperanza: los cafés especiales, el desarrollo de la agroindustria del café y los ambiciosos programas de formación dirigidos a jóvenes caficultores, que podrían atraerlos de nuevo a la ruralidad, no como campesinos, sino como empresarios del campo y exportadores directos. El café es punta de lanza para un desarrollo económico sostenible en el Tolima.