Por estos días de Semana Santa se ha podido evidenciar una enorme afluencia de turistas locales visitando los diferentes destinos tradicionales, en esta dinámica, hoy aparecen en el mapa nuevos sitios turísticos emergentes, como los es el recorrido Líbano - Murillo – Manizales, el cual se ha convertido en un enorme atractivo turístico que basa su oferta en la magnitud y belleza del paisaje, la cercanía al paramo y los frailejones. Sin embargo, no existe una oferta especializada de alto valor a parte de la majestuosidad del paisaje. Este es el más claro ejemplo de lo devastador que puede llegar a ser un mal concebido destino que presenta sobreocupación del territorio a falta de una adecuada planeación y control. Este tipo de prácticas son insostenibles a la hora de evaluar el negativo impacto que genera un turismo de carga que no genera riqueza real, que poco impacta en el desarrollo económico de los territorios que cuentan con este tipo de recursos naturales, paisajísticos o por cercanía.

Por ejemplo, miremos el caso de escenarios como Salento y Filandia en el Quindío, Guatapé en Antioquia y Melgar en el Tolima, son destinos que soportan enromes afluencias de público, en su gran mayoría local, lo que en términos de equilibrio y sostenibilidad no refleja un componente de valor agregado que justifique el desgaste al que se someten los ecosistemas. No quiero decir que no sea positivo que destinos como los del ejemplo y muchos más no perciban ingresos económicos para los empresarios locales, lo cual seguramente genera ingresos para muchos, así como empleo para los lugareños. Las preguntas son: ¿se están transformando positivamente los territorios en cuanto a crecimiento económico y empresarial?, ¿se están generando empleos de calidad y con mejores ingresos?, ¿se tienen planes de sostenibilidad que permitan equilibrar la huella que genera este tipo de turismo masivo?

Muy seguramente el término “turismo sostenible y de alto valor”, para mucho sonara más como una amenaza frente a lo que buscan lo gremios del sector, pero si miramos la relación ingresos per cápita y crecimiento económico del PIB, iremos entendiendo que el desarrollo del turismo debe apuntar a un turismo de clase mundial que genere mayor riqueza, bienestar y sostenibilidad.

El turismo es la tercera industria que más ingresos genera a nivel mundial, donde solo están por delante la industria del petróleo y la química. En este sentido los países más visitados son: Francia en primer lugar, que recibió a 89 millones de turistas internacionales en el año 2023 con pernoctaciones medias de 3 días, según informe de la OMT. España ocupa el segundo lugar con 84 millones de llegadas de turistas internacionales y con 7 días de media en la estancia. Estados Unidos en tercer lugar, recibió a 79 millones de turistas internacionales, siendo Nueva York la ciudad más visitada, con 56 millones de visitantes. China ocupa el cuarto lugar, con 66 millones de turistas internacionales. Le siguen otros países como Italia con 65 millones de visitantes, Turquía con 51 millones, México con 45, Tailandia con 40, Alemania con 40 y Reino Unido con 39 millones.

A Colombia llegaron aproximadamente 5,86 millones de turistas para el año 2023; aunque aún estamos lejos en términos de oferta y capacidad de respuesta frente destinos como Estados Unidos o México, el país muestra un crecimiento exponencial que denota un permanente ejercicio de promoción. Aunque la tarea no es fácil, se está logrando mejorar la afluencia de turistas internacionales hacia destinos de alto valor en Colombia. Si bien es cierto, las principales ciudades receptoras de turismo internacional son Bogotá, Cartagena y Medellín, otros territorios muestran un potencial crecimiento a partir de productos puestos en valor turístico.

Para lograr una internacionalización del turismo a partir de productos turísticos exportables, debemos planear acertadamente los escenarios de crecimiento, es necesario especializar los territorios con sus respectivas vocaciones, visualizándonos como un destino de clase mundial y alto valor, lo que requiere de una total articulación entre gobierno (nación, departamentos, distritos especiales y municipios), gremios, empresas, academia y sociedad.

Mientras no exista un sistema de gobernanza para el sector turismo, difícilmente se podrá seguir creciendo en el país. Uno de los grandes problemas radica en la baja especialización a partir de planes de desarrollo, planes sectoriales y políticas de turismo realmente eficientes. La difícil articulación y gobernanza entre los actores del sector se convierte en uno de los puntos neurálgicos que requiere de mayor atención. Esta opinión podrá generar reacciones entre los agentes especializados del gremio, pero es tarea de todos reconocer los problemas, brechas o dolencias que impiden el desarrollo de grandes inversiones y nuevas dinámicas en pro de un turismo de clase mundial.

Esperemos que los planes de desarrollo de departamentos y municipios vengan muy bien elaborados en la parte estratégica, ojalá con metas ambiciosas y presupuestos plurianuales dedicados a potencializar la atracción de inversión y el marketing territorial a partir de la promoción de los diferentes destinos, así como inversiones para la formación y capacitación de operadores, prestadores, guías y demás actores que requieren conocimientos y desarrollo del bilingüismo. Si no hay mayor inversión pública o privada, tampoco se podrá esperar un crecimiento del sector, todo es directamente proporcional.