En Ibagué, hace meses un empresario amigo, me recomendó no insistir ni escribir más sobre la contribución por valorización como instrumento para el desarrollo urbano en ciudades intermedias y emergentes como la nuestra; al parecer le sabía a cacho el tema después de verme persistir en lo mismo, precisamente en la ciudad que desconoce la generosidad del mecanismo. Pero entonces recordé, que en la perseverancia todo se alcanza.

Esta contribución, pagada solo por aquellos propietarios o poseedores de inmuebles que se benefician de algunas obras en particular, y que no necesariamente es cobrada a todos los ciudadanos como suele suceder cuando se construyen obras de infraestructura con recursos provenientes del endeudamiento público, donde sí y solo sí, y todos sin excepción, terminamos pagando el 100% incluyendo adiciones, sobrecostos y demás.

La valorización no solo es la forma más equitativa de aliarse con los privados para desarrollar las obras requeridas por la ciudad, sino también para ejecutar aquellos proyectos que no dan espera como los relacionadas con la movilidad y manejo eficiente del espacio público.  La valorización no es lo mismo que la plusvalía, ni riñe con ella, para que no nos confundan; la plusvalía mal o bien podríamos dejarla para la nueva Ibagué y aquellas zonas en desarrollo que hoy tiene la ciudad.

Duramos más de una década pensando si la plusvalía valía o no la pena implementarla y vaya que se evidenció tal beneficio, tanto que ha sido fundamental para complementar el desarrollo de esa nueva Ibagué; pero llevamos casi dos décadas pensando lo mismo con la valorización, cuando otras ciudades similares a la nuestra, llevan tres o cuatro décadas, pero progresando y avanzando con ella. Pues solo vasta revisar como lo ha hecho y está haciendo Medellín, Cali y Bucaramanga, entre muchas otras. No es justo siquiera, no darnos la oportunidad de conocer un poco más del tema y socializarlo con la administración municipal, concejales, posibles contribuyentes y beneficiarios directos, aunque los beneficiados finalmente seriamos todos los Ibaguereños.

Es tanta la progresividad del sistema que se podría eximir del pago a los estratos 1 y 2, y hasta el 3 si así se considera, y dar un tratamiento diferencial a los predios e inmuebles con mayor o menor beneficio, o mayor o menor capacidad económica, y es tanta la equidad tributaria que se tendría que ponderar el gravamen para evitar la carga excesiva o beneficios exagerados, y tan importante el instrumento participativo y la transparencia del mismo, que sería la propia comunidad quien organizadamente cuidaría de la buena administración y eficiencia de estos recursos. Así lo reza el Estatuto Ibaguereño para la Contribución por valorización, guardado en los archivos del Concejo Municipal.  

Hace ya varios años que la ciudad de Ibagué cuenta con esa normatividad y goza del Estatuto Orgánico para hacerlo, sin embargo, sigue desestimando esta fuente de recursos, y aplazando el desarrollo de las grandes obras de infraestructura que requiere con urgencia la capital de los tolimenses, como por ejemplo el Puente de la 60 con 5ª., el Deprimido de la 60 con Ambala e inclusive la solución vial de la Glorieta de Mirolindo, que se han convertido en los más grandes embudos viales de la ciudad, haciendo de Ibagué una urbe lenta e ineficiente para la movilidad del transporte público y también  privado, cuando es allí en la Calle 60 ¨milla de oro¨ donde precisamente están ubicados los grandes centros comerciales, hoteles, clínicas y residencias en altura, como también la zona donde hoy se concentra la mayor movilidad peatonal y vehicular de la ciudad, sin contar que se ve venir la construcción de más complejos residenciales y otra parte del Centro Comercial la Estación.

En mora estamos, en asegurar los recursos para garantizar la movilidad plena en toda la Calle 60 para descongestionar así buena parte de la ciudad, involucrando recursos público-privados y a la misma comunidad en el desarrollo de estas urgentes e importantes obras, aprovechándose del beneficio que trae para la ciudad y el sector, la valorización de sus inmuebles.

Siendo coherente con el reiterado pronunciamiento de los ministros de transporte y hacienda, y del gobierno nacional, por hacer de la valorización una fuente permanente de ingreso para el desarrollo de la infraestructura vial nacional y regional, vale la pena redimensionar el tema, observar lo realizado por otras ciudades, escuchar y entender los ministros, y obrar en consecuencia.