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¿Debe castrarse químicamente a los violadores?

<p>&nbsp;Resurge el debate sobre la cuesti&oacute;n de si se debe aplicar a estos delincuentes. Debe legislarse con asesoramiento m&eacute;dico.</p>
6 Jun 2015 - 15:09 COT por Ecos del Combeima

La castración química es un término utilizado para describir los medicamentos destinados a reducir la líbido y a reducir la actividad sexual, por lo general, para impedir que los violadores, pederastas y otros delincuentes sexuales reincidan. Considero que el termino castración podía cambiar para volverlo a presentar en el Senado de la Republica por el de “terapia hormonal para reducir el deseo sexual en violadores”.

A diferencia de la castración quirúrgica (cuando se extraen los testículos), en la castración química no se ocasiona un cambio físico permanente en el cuerpo ya que no es una forma de esterilización sino que se administran diferentes medicamentos, por ejemplo Depo Provera. La Depo Provera es un progestágeno aprobado por la FDA para el control de la natalidad, que sofoca la conducta sexual de los delincuentes sexuales por medio de la reducción de los niveles de testosterona en los hombres, al disminuir los niveles de andrógenos en el torrente sanguíneo. Esto, en teoría, reduce las fantasías sexuales compulsivas de algunos tipos de delincuentes. Los efectos secundarios de la droga han sido raros y se cree que son totalmente reversibles con la interrupción del tratamiento.

Este tipo de tratamiento ha sido utilizado desde hace tiempo con la intención de reducir el deseo sexual de algunos agresores sexuales cuya incapacidad para controlar su comportamiento conduce a repetir una conducta sexual desviada que perjudica a terceros: violadores, abusadores de niños incestuosos, pedófilos, exhibicionistas, etc.

La castración química como método terapéutico ha sido y es muy debatida. Debido al reclamo público de reducir el flagelo de las agresiones sexuales, la castración química ha sido propuesta como una alternativa no permanente, reversible y con menos efectos colaterales que la castración quirúrgica. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en Europa no justifican la recomendación de la castración como método confiable para los agresores sexuales dado que distintos estudios han demostrado que la castración química se muestra ineficaz como tratamiento terapéutico. Sobre todo porque, incluso si la capacidad de un abusador de tener una erección o eyaculación se encuentra inhibida de forma permanente, el acto de agresión sexual implica mucho más que el uso del pene y estas conductas no se verían afectadas.

Sin embargo, algunos estudios sugieren que, si la castración química es acompañada por el tratamiento psicológico se reduce notablemente la tasa de reincidencia. Algunos programas de castración química, más terapia psicológica, juntas, prueban ser eficaces en abusadores de niños (no sádicos sino intrafamiliares incestuosos) y en exhibicionistas, aunque no en violadores.

Es por eso que los fármacos rara vez son considerados efectivos por sí solos y son administrados como complemento del tratamiento psicológico, tratamiento orientado a dotar a los agresores de las habilidades necesarias para dirigir sus vidas sin reincidir. La medicación sirve, esencialmente, para facilitar la implicación eficaz del paciente en el tratamiento psicológico.

La castración química con medicamentos antiandrógenos sólo puede ser administrado bajo estricta supervisión médica continua, un adecuado seguimiento y asesoramiento dentro de un plan de tratamiento integral. Estos medicamentos nunca deben ser utilizados como único método de tratamiento y el agresor sexual debe participar en simultáneo en un tratamiento cognitivo-conductual diseñado para abordar otros aspectos de la conducta desviada, además de los intereses sexuales.

Es, precisamente, el hecho de que la castración sea reversible, lo que suscita más dudas en cuanto a su efectividad pues, como varios expertos destacan, este método ayudará solo a aquellas personas que quieran ayudarse y tengan la voluntad de no reincidir. Entre otros muchos aspectos, pueden ser los efectos secundarios de la Depo-Provera los que hagan que el sujeto en cuestión decida no seguir con el tratamiento al salir de prisión. Pérdida de vello corporal, redistribución de la grasa o depresiones pueden ser algunas de las consecuencias del tratamiento.  

La prevención de la recaída es, un «proceso de auto-control que lleva a adoptar un estilo de vida alejado de la agresión sexual y que permite controlar y manejar situaciones de alto riesgo que se puedan presentar en el futuro. Supone un cambio en los pensamientos, emociones y comportamientos que permitirán al recluso controlar su vida y evitar la recaída».

¿Y si se establece como medida obligatoria? Con nuestro marco legislativo actual, en ninguno de los casos la castración química podría efectuarse de manera obligatoria en nuestro país, pues contraviene la Constitución. «Implicaría un choque frontal con los derechos constitucionales de los reclusos».

Tendríamos en Colombia que luego de tantos años viendo impunemente como estos violadores reinciden y se dejan en libertad, intentar como se pueden reintegrar a la sociedad, sometiéndose a tratamientos médicos hormonales y psicoterapéuticos, y en ese orden de ideas que nuestros senadores tengan conocimiento médico explicativo de que sí se puede hacer este tipo de leyes en Colombia. Veamos qué ocurre en el exterior.

Al menos seis estados en los Estados Unidos (California, Florida, Georgia, Texas, Luisiana y Montana) han experimentado con la legislación sobre castración química. California fue el primer estado que usó la castración química como una pena para los delincuentes sexuales. En los casos en que la víctima es menor de 13 años de edad, los jueces en California pueden exigir a los delincuentes primarios a someterse a la castración química. Después de un segundo delito, el tratamiento es obligatorio.

En Iowa y Florida, los infractores pueden ser condenados a la castración química en todos los casos que involucren graves delitos sexuales. Al igual que en California, el tratamiento es obligatorio después de un segundo delito.  El proyecto 144 del Senado del 25 de junio de 2008, que permite a los jueces de Louisiana condenar a los violadores con la castración química.

El proyecto Barreras

El 13 de septiembre de 2012 se radicó un proyecto de ley por parte del senador Roy Barreras, el cual propone que en algunos casos se someta al violador a la castración química para evitar que siga cometiendo este delito., Barreras había intentado que la iniciativa se convirtiera en ley, pero en ese entonces el proyecto no recibió la acogida necesaria y se hundió. De acuerdo con Barreras, la iniciativa tiene como objetivo eliminar los beneficios legales que les otorgan a los violadores una vez judicializados como rebajas de penas, libertad condicional o casa por cárcel.

Agregó  que es imposible que los agresores sexuales sean resocializados, por eso la necesidad de disponer de este tratamiento: “Lo digo no sólo como senador sino como médico. Los violadores son incurables en su función criminal y por esa razón la castración química es una medida que puede ser muy útil para disminuir la presencia de estos delincuentes. Hoy agradecimos a los hombres colombianos que cuidan, respetan y estimulan a sus mujeres, pero les advertimos a quienes las maltratan que los vamos a castigar y a perseguir con toda la fuerza de la ley. Hay por lo menos dos tipos de violadores, los delincuentes comunes, a ellos todo el peso de la ley y hasta 60 años de prisión sin rebajas. Hay otros, a los que considera el juez como psicópatas, locos entre comillas, que los dejan libres sin ninguna medida terapéutica. Para ellos vamos a proponer una terapia hormonal, para que al menos no reincidan” afirmó.

Algunos médicos aseveran que “La castración química no va a eliminar o atacar el abuso sexual que se presenta en Colombia, porque este nace desde múltiples frentes, obedeciendo también a la desprotección del Estado de los niños y de las mujeres”. La agresión sexual va más allá del asunto hormonal: “Lo que se debe hacer es fortalecer la educación, cuidar a los niños desde temprana edad, cuidar las relaciones intrafamiliares y de pareja porque esa es la fuente de este tipo de violencia” añadió.

En algunos otros países la castración química está permitida. En Corea del Sur se aprobó una ley para ello en 2010, año en que ocurrió lo mismo en la Argentina. En Polonia se admitió en 2009 para casos de violación e incesto. En Estados Unidos es legal en nueve de los 50 estados. En Gran Bretaña el gobierno la aprobó en 2007, aunque su aplicación tenía que ser aceptada voluntariamente por el agresor. No hay país en el que este método se haya admitido sin acarrear una buena carga de polémica y, si en algo coincide la comunidad médica, es en que no es 100% efectiva.

Sabemos que los pedófilos no se rehabilitan, por lo que hay que buscar un método para que dejen de ser un peligro para los niños. En varios países se utiliza la castración química. Hoy en Occidente la castración física (quirúrgica) no se realiza a menos que exista una necesidad médica, pero si existe la química, bastante menos brutal, pero igual de efectiva si es que la persona no deja el tratamiento.

La castración química tiene además otros usos médicos, especialmente en el tratamiento de algunos tipos de cáncer, como el de próstata, que se beneficia con una deficiencia de testosterona que impide que las células malignas se sigan multiplicando.

Anteriormente, en formas agresivas de tratamiento del cáncer de próstata, se recurría a la extirpación quirurgica de los testículos, por lo que el uso de la castración química no solo es menos invasor, sino que les permite recuperar su vida sexual una vez sanos.

El hecho de que la castración química sea temporal, dura tres meses tras los cuales hay que volver a aplicar la inyección, le hace un método que requiere tener un seguimiento constante del abusador sexual que deberá utilizarla de por vida. La castración química tiene también efectos secundarios como el aumentar significativamente el riesgo de padecer de osteoporosis y problemas cardíacos.

Métodos de castración química

La castración química no es un término del todo apropiado. La inyección de determinadas drogas en el cuerpo de un hombre no resulta en una castración. En cambio, reducen significativamente su nivel de testosterona y reducen su deseo sexual o libido. Existen tres métodos comunes de castración química.

La droga Depo Provera es el tipo de castración química más común. En las mujeres, se usa como anticonceptivo. En los hombres, ocasiona una reducción en el nivel de testosterona, que generalmente disminuye el impulso sexual. A los reclusos masculinos se les inyecta una vez por semana o por mes.

El Depro-Lupron es una forma sintética de la hormona leuprolida. Ocasiona una sobreproducción de determinadas hormonas que detienen la producción de la testosterona. La eliminación de la producción de la testosterona en el cuerpo de un hombre reduce drásticamente o elimina su impulso sexual.

Los antiandrógenos constituyen otro método de castración química. Obran bloqueando determinados receptores del cuerpo a los que se une la testosterona. La meta es bloquear los efectos de la testosterona en el cuerpo masculino y hacer que los niveles regresen a los de un niño pre-púber. El abusador sexual experimenta una reducción de la libido, teóricamente eliminando el deseo de volver a abusar.