Naciones Unidas reconoce por primera vez su responsabilidad en la epidemia de cólera en Haití
Años después de que estudios médicos asociaran el brote de cólera de Haití en 2010 al contagio provocado por las fuerzas de paz de Naciones Unidas, la organización ha descubierto que las malas prácticas sanitarias de esas fuerzas siguen sin tratarse no solo en ese país sino también en otros seis países de África y Oriente Medio.
Un auditoría realizada por la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de Naciones Unidas en 2014 y 2015 refleja los intentos de la organización para evitar que estalle otra crisis sanitaria como la del cólera.
Pero los resultados proporcionan también una idea de cómo las fuerzas de paz y quienes las supervisan no han estado al tanto o han sido negligentes respecto de la necesidad de aplicar protocolos más rigurosos para deshacerse de los residuos en las misiones de las Naciones Unidas. Y eso a pesar de los errores y las lecciones aprendidas en Haití, donde han muerto de cólera al menos 10.000 personas y cientos de miles han enfermado.
Las Naciones Unidas ha reconocido hace algunos días por primera vez que tuvo cierta responsabilidad en el desastre de Haití, después de haber desestimado públicamente en varias ocasiones las pruebas existentes e invocar su inmunidad diplomática ante la posibilidad de acciones legales. Este reconocimiento se produce después de que uno de los asesores especiales en derechos humanos de la organización, Philip Alston, dijera en un informe confidencial —al que ha tenido acceso The New York Times— que esa posición respecto a la epidemia de cólera era “moralmente inadmisible, legalmente insostenible y políticamente contraproducente”.
La auditoría podría ilustrar una debilidad sistemática de las fuerzas de paz, los cascos azules, que se supone protegen a las personas vulnerables y mantienen altos estándares morales en las 16 misiones en las que operan por todo el mundo. Se supone que no deberían ser un riesgo para la salud pública.
Las misiones de paz que fueron auditadas —Haití, Darfur en Sudán, la República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Líbano, Liberia y Sudán del Sur— practican una gestión de residuos que es “insatisfactoria” en distintos grados.
“Los resultados son atroces y muestran que este es un problema masivo en todas las misiones de las Naciones Unidas en el mundo”, afirma Beatrice Lindstrom, abogada del Institute for Justice and Democracy en Haití, una organización son sede en Boston que ha presionado a las Naciones Unidas para que asuma su responsabilidad en la crisis del cólera.
El resultado de la auditoría muestra, según Lindstrom, un patrón de prácticas antihigiénicas “que ha seguido siendo un problema, no solo en Haití”.
En Liberia, por ejemplo, los responsables de la auditoría a las instalaciones de las fuerzas de paz encontraron aguas negras vertidas sin tratar a los desagües, plomería averiada, tanques de agua que contenían aguas negras de forma inadecuada o residuos de los fregaderos, los baños y de las lavadoras. En Líbano encontraron fallos para mantener las fosas sépticas y deshacerse del lodo, y una mezcla inaceptable de residuos orgánicos y contaminantes.
En la República Democrática del Congo encontraron que faltaban fosas sépticas y pozos de absorción, y cámaras porosas que permitían que el agua con residuos se filtre poco a poco al suelo. En Darfur encontraron aguas contaminadas que solo habían sido tratadas parcialmente y que habían sido arrojadas a campos de cultivo. En una locación de Darfur la auditoría descubrió que “la basura orgánica de la cocina se tiraba en pozos abiertos expuestos a roedores, bichos y el crecimiento de agentes y microbios patógenos”.
Quizás lo más preocupante sean los hallazgos hechos en Haití, que muestran que más de tres años después del estallido de cólera, las fuerzas de paz estaban arrojando agua al alcantarillado sin tratarla adecuadamente e ignorando las advertencias sobre la contaminación fecal, sin inspeccionar las plantas de tratamiento ni las fosas sépticas y dejando algunos campos llenos de basura y baños desbordados.
Varios estudios han rastreado el brote de cólera hasta un contingente de soldados de Nepal en misión en Haití cuyas aguas fecales se filtraron a un río junto a su base. La cepa bacteriana del cólera en Haiti, donde no se había registrado esa enfermedad en un siglo, era similar a la de Nepal, donde había una epidemia de cólera.
Lindstrom y otros abogados de víctimas haitianas del cólera que habían intentado demandar a las Naciones Unidas y pedir una indemnización, se enteraron de la auditoría sobre la misión en Haití cuando Fox News reportó este mes que el informe aparecía en el sitio web de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna. Pero tuvieron que hacer una búsqueda más amplia en la web para encontrar las auditorías de las otras misiones de Naciones Unidas.
En las auditorías, que suelen publicarse en la página de internet de la organización un mes después de completadas, no queda claro si se había intervenido sobre los problemas señalados.
El departamento de las Naciones Unidas que se encarga de las operaciones de paz envió una respuesta por escrito a las preguntas de The New York Times donde afirmaba que las 13 “recomendaciones críticas” de los auditores se habían cumplido y que 14 de las 19 recomendaciones “importantes” también, pero no especificó cuales quedaban sin solucionar.
La oficina también dijo que todas las auditorías sobre gestión de residuos en las misiones se habían emprendido después del surgimiento del brote de cólera de Haití.
Especialistas en gestión de recursos que revisaron las auditorías dicen que las habían encontrado preocupantes pero que no les sorprendía. Reconocían los retos a la hora de minimizar el impacto en la salud pública de las malas prácticas sanitarias en algunas de las zonas más inestables del planeta.
Daniele Lantagne, profesor de ingeniería civil y medioambiental de la Universidad Tufts especializado en tratamiento de aguas, cree que las auditorías mostraron que en lugares como Haití, las misiones de mantenimiento de la paz instalaron equipos de saneamiento pero no les dieron mantenimiento, contribuyendo así a “problemas en el sistema que facilitan la transmisión de enfermedades”
Lantagne, miembro de un panel de expertos creado por las Naciones Unidas para estudiar el brote de cólera, matizó sus críticas.
“El saneamiento sobre el terreno es difícil. Requiere un sistema en marcha y que se le de mantenimiento”, dijo. “Lo que se ve en los informes es que trataron de hacerlo bien y en algunos lugares es algo difícil de resolver”.