El animal vertebrado más viejo del mundo: un tiburón de 400 años
Los tiburones de Groenlandia (Somniosus microcephalus) se distribuyen en buena parte del Atlántico Norte. Miden hasta cinco metros de largo cuando son adultos y pueden encontrarse a más de 1.800 metros de profundidad. Pero lo más sorprendente es que pueden llegar a vivir al menos 400 años y alcanzan la madurez sexual a los 150. Eso los convierte en los vertebrados más longevos de la Tierra, según indica un estudio publicado en la revista Science. Los mecanismos que lo hacen posible, sin embargo, son un misterio.
"El tamaño es una cuestión clave: cuanto más grande eres, más lento es tu metabolismo, así que los animales grandes como las ballenas, elefantes y tortugas gigantes consiguen hacerse muy mayores", explica a EL MUNDO John Fleng Steffensen, profesor de Biología Marina de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y uno de los autores del estudio. Por ejemplo, la longevidad de la ballena de Groenlandia o ballena boreal (Balaena mysticetus) es de 211 años. Algo parecido podría sucederle al tiburón de Groenlandia.
Sin embargo, fuera de los vertebrados, el animal que ostenta el récord de edad es la almeja de Islandia (Arctica islandica), que vive 507 años. Tiburón, ballena y almeja. Tres animales de los más longevos viven en las frías aguas del norte. ¿Casualidad? Steffensen encuentra la siguiente explicación: "La almeja y el tiburón son de sangre fría, es decir, de la misma temperatura que el ambiente. Sabemos que los tiburones se encuentran en aguas con temperaturas entre -1 y 7 ºC y que la tasa metabólica en los animales con sangre fría desciende un 50% con 10 grados menos de temperatura". El tiburón de Groenlandia podría beneficiarse, por tanto, de esas dos circunstancias: tamaño y temperatura.
Tampoco queda claro si un crecimiento tan lento como el que experimenta -un centímetro al año en longitud- beneficia o perjudica a este escualo, aunque Steffensen se decanta por lo segundo: "Las hembras tienen que llegar a los 400 centímetros para ser maduras, así que no sólo son los vertebrados que más viven sino los que son adolescentes durante mayor tiempo".
Ojos que revelan la edad
Los métodos tradicionales para determinar la edad de las especies involucran el análisis de tejido calcificado, una característica escasa entre los tiburones de Groenlandia. De modo que para conocer la edad de esta especie, los investigadores que realizaron el estudio aplicaron técnicas basadas en la identificación de isótopos de carbono sobre el cristalino de los ojos de 28 hembras (de entre 81 y 502 centímetros).
En los vertebrados, el núcleo del cristalino está formado por proteínas metabólicamente inertes. En el momento del nacimiento todas sus proteínas ya están prácticamente sintetizadas, por lo que puede usarse como referencia para detectar la pérdida de carbono 14 (uno de los isótopos de este elemento químico) y así conocer la edad. Los animales fueron capturados para tal fin y devueltos al mar inmediatamente después. La media de edad de los ejemplares analizados es de 272 años, pero los dos de mayor tamaño -493 y 502 centímetros de longitud- tenían aproximadamente 335 y 392 años, respectivamente.
El misterio de la longevidad
En una entrevista con EL MUNDO, Maria Blasco y Mónica Salomone, autoras del libro Morir joven, a los 140 (Paidós), afirman que "desde el punto de vista evolutivo, los tiempos de vida de cada especie son un misterio. Y, además, un misterio sin visos de ser resuelto". Con todo, y aunque correlación no es sinónimo de relación causa-efecto, un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña analizó 493 especies de mamíferos y confirmó que los animales con los cerebros más grandes son más longevos.
Genética, bajas temperaturas, metabolismo lento... Podrían ser responsables de que el tiburón de Groenlandia haya aprendido a frenar el paso del tiempo. Pero nada de eso le garantiza alcanzar una edad avanzada teniendo en cuenta los peligros que acechan su supervivencia. "Sus hígados se usaban para extraer aceite para las lámparas en el pasado y para suplementos nutricionales para niños y aceite para máquinas, posteriormente. Se estima que entre 1890 y la Segunda Guerra Mundial se cazaban unos 30.000 al año pero, afortunadamente, eso ya ha parado", cuenta Steffensen. La cifra es una estimación que se basa en el número de barriles de aceite que llegaban al muelle de Copenhague. A pesar de todo, alerta, ahora hay quien sugiere cazarlos otra vez para convertir su piel en cuero. "Eso sería un desastre para un animal como éste que necesita una edad elevada antes de ser maduro", añade.
Steffensen espera que esta investigación sirva para mostrar a estos animales como verdaderas joyas del tiempo y ahuyentar a los que pretenden darles captura.
Fuente El Mundo (Leer Nota Original)