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Poder Pijao: la genética de un pueblo indomable

Quienes somos hijos del Tolima, descendientes de guerreros que nunca se doblegaron, llevamos en la sangre la fuerza indomable de los Pijaos.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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22 Mar 2025 - 22:02 COT por Alejandro Rozo

Una raza feroz, implacable, que enfrentó con temple y valentía la brutalidad de la conquista. Antes de que los invasores pisaran nuestras tierras, ya nuestros ancestros caminaban estos valles y montañas, marcando el territorio con su determinación. Hoy, su herencia sigue viva en cada tolimense que se niega a rendirse.

Nuestros ancestros, los Pijaos, descendientes de la estirpe guerrera de los Caribes, nunca conocieron la sumisión. Se organizaron en tribus lideradas por jefes como Calarcá, quien enfrentó con fiereza a los invasores ibéricos. Lucharon con astucia, utilizando la selva como su mejor aliada, emboscando y diezmando a los soldados de Castilla que osaban aventurarse por el Quindío o las faldas del nevado del Tolima.

Los conquistadores temieron a los Pijaos no solo por su valentía, sino también por sus costumbres guerreras. Cuando vencían en combate, devoraban a sus enemigos, no solo como alimento, sino como un ritual de supremacía, para absorber su fuerza y demostrar el poder Pijao. Su capacidad de resistencia fue tal que los conquistadores tardaron décadas en someter nuestras tierras, y solo tras una ofensiva despiadada liderada por Juan de Borja lograron dispersar a la gran tribu. Aunque las aldeas fueron destruidas y muchos de nuestros antepasados masacrados, nunca fueron vencidos del todo.

Ese espíritu guerrero sigue latente en cada uno de nosotros, esa misma fuerza que nos hizo invencibles también es la razón por la que seguimos en pie. Somos un pueblo que ha sabido sobrevivir, que ha encontrado la manera de reinventarse y seguir adelante a pesar de las adversidades. Nuestra herencia guerrera no solo nos hace combatientes, sino también resilientes, trabajadores y perseverantes.

Aun así, en nuestra historia también hay sombras. Algunos han olvidado que la verdadera grandeza de los Pijaos no estaba solo en la guerra, sino en la unidad y el honor. Hoy, hay quienes siguen devorándose entre sí, no con dientes afilados, sino con envidias, resentimientos y mezquindades. Veo con tristeza cómo en el mundo de la política prefieren destruirse en lugar de construir, criticar en lugar de aportar, sembrar discordia en lugar de fortalecer nuestra tierra a partir de la unidad. Pero también veo a quienes seguimos adelante con la fuerza de nuestros ancestros, con la determinación de quienes nunca se rinden.

El poder Pijao está vivo en cada caficultor que desafía la inclemencia del clima para cosechar su grano, en cada emprendedor que levanta su negocio con esfuerzo, en cada joven que elige la educación y el trabajo en lugar de la violencia. La sangre guerrera de nuestros ancestros sigue corriendo en nosotros, no para la guerra, sino para la superación, la lucha y la reconstrucción del territorio.

Somos Pijaos, hijos de una raza indomable, herederos de una historia de resistencia y valentía. No importa cuántas veces nos hayan intentado doblegar, seguimos en pie, seguimos luchando, seguimos avanzando. Porque la genética Pijao no es solo un vestigio del pasado, es nuestra fuerza para construir el futuro.