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Un legado de palabra y pasión, una voz que nunca se apagará: Hasta siempre Arnulfo Sánchez

Hasta siempre, mi querido Arnulfo. Gracias por tu amistad, por tu legado y por recordarnos que la radio no solo informa, sino que une almas y construye pueblos. Tu voz, maestro, nunca dejará de escucharse.
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Alejandro Rozo
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16 Mar 2025 - 5:00 COT por Alejandro Rozo

Hoy, el aire de Ibagué está impregnado de nostalgia. Nos reunimos para despedir a un hombre cuya voz se convirtió en el eco de una región, en el faro de generaciones de periodistas y en el alma de la radio tolimense. Arnulfo Sánchez López no solo fue un pionero de la comunicación, sino un amigo, un maestro y un líder cuya ausencia deja un vacío inmenso. Su partida, el 14 de marzo de 2025, marca el fin de una era, pero su legado permanecerá intacto en cada frecuencia, en cada palabra y en cada historia que construyó con su inquebrantable pasión por el periodismo.

Escribo estas líneas con el corazón apretado porque no solo hablo de un grande de la radio, sino de un gran ser humano. Arnulfo no era simplemente un periodista; era un forjador de sueños, un hombre cuya voz no solo se escuchaba a través del micrófono, sino que resonaba en el alma de quienes tuvimos el honor de conocerlo. Su risa era contagiosa, su tenacidad inquebrantable y su amor por el Tolima, infinito. Fui testigo de su entrega, de su inagotable energía para narrar la historia de un pueblo que encontró en él una palabra de verdad.

Desde su nacimiento en Villarrica, Tolima, el 24 de junio de 1936, Arnulfo demostró una pasión innata por la comunicación. Su historia comenzó con la fascinación por las letras y el anhelo de contar la realidad de su gente. El destino lo llevó por caminos insospechados, marcados por la resiliencia de quien, a pesar de las adversidades, nunca abandonó su propósito. Desde sus primeros pasos en la radio en El Espinal hasta su llegada a Ibagué en 1960, su voz se convirtió en símbolo de verdad, de compromiso y de liderazgo.

Con la creación de Econoticias el 1 de septiembre de 1970, Arnulfo marcó un hito en el periodismo tolimense. No se limitó a informar; construyó un espacio donde la comunidad encontró un aliado y una voz que defendía sus intereses. Bajo su dirección, Ecos del Combeima trascendió como la emisora más influyente de la región, consolidándose como patrimonio del Tolima y del país. Arnulfo no solo hizo radio; hizo historia.

Pero su legado va más allá de las ondas radiales. Fue el creador de eventos que fortalecieron la identidad y el orgullo tolimense, como el Día del Orgullo Tolimense, el Reinado Empresarial del Tolima, la Serenata a Ibagué, el desfile y concurso de año viejos y tantas otras iniciativas que se convirtieron en tradiciones vivas. En cada uno de estos proyectos puso su corazón, convencido de que la cultura y la información eran pilares fundamentales para el desarrollo de su tierra.

En lo personal, Arnulfo fue un esposo, un padre y un amigo entrañable. En Villavicencio conoció a Ángela Baquero, con quien formó una familia y tuvo dos hijos: Fernando y Juan Pablo. Este último, mi amigo, ha tomado la antorcha de su padre y la ha llevado con dignidad y valentía a través de Ecos del Combeima y Ecos Interactiva, asegurando que la visión y el esfuerzo de Arnulfo perduren en el tiempo.

La vida de Arnulfo no estuvo exenta de pruebas. En 2002, enfrentó una de las más duras al ser secuestrado por un grupo subversivo. Pero ni siquiera el miedo logró quebrantar su espíritu. Regresó con más fuerza, con más convicción, demostrando que su amor por la verdad y la justicia eran más grandes que cualquier adversidad.

Hoy, nos toca despedirlo, pero su voz no se apagará. Seguirá resonando en cada emisión de Ecos del Combeima, en cada historia que inspiró y en cada persona que tuvo la fortuna de aprender de él. Su legado es eterno, porque fue construido con pasión, con verdad y con amor inquebrantable por su gente.

A Juan Pablo, a su familia, a sus amigos, a su eterno equipo de trabajo y a toda la comunidad tolimense, les digo: Arnulfo no se ha ido. Está en cada frecuencia, en cada noticia, en cada eco de su querida emisora. Su historia está escrita en las voces de quienes seguimos su camino, con la certeza de que su enseñanza nos guiará siempre.

Hasta siempre, mi querido Arnulfo. Gracias por tu amistad, por tu legado y por recordarnos que la radio no solo informa, sino que une almas y construye pueblos. Tu voz, maestro, nunca dejará de escucharse.