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Cambio climático, escasez de agua e inseguridad alimentaria

En Colombia, varios departamentos presentan altos riesgos en materia de seguridad hídrica, como es el caso de Córdoba, La Guajira y Bolívar.
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Alejandro Rozo
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19 Oct 2024 - 20:57 COT por Alejandro Rozo

La inseguridad hídrica o falta de agua como servicio ecosistémico, es un problema creciente en el mundo. Alrededor de 2.000 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua potable; 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento y 2.300 millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos. Si esto sucede con las personas, imaginen lo que ocurre en materia de producción alimentaria. Vale la pena destacar que la escasez de agua no solo afecta a los países en desarrollo, sino que también es un problema en países desarrollados.

En Colombia, varios departamentos presentan altos riesgos en materia de seguridad hídrica, como es el caso de Córdoba, La Guajira y Bolívar. En cuanto a ciudades capitales, una de las más afectadas es Bogotá, donde se presenta una crisis hídrica sin precedentes que ha llevado a una escasez crítica de agua. Otras ciudades como Cartagena enfrentan desafíos relacionados con la contaminación del agua; Cali, donde la creciente demanda de agua debido al crecimiento poblacional ha puesto presión sobre los recursos hídricos disponibles; Medellín, que ha implementado medidas para reducir el consumo de agua y mitigar los efectos de la escasez; Pereira, donde las afectaciones en zonas productoras, como la Laguna del Otún, han disminuido su capacidad a pasos agigantados; e Ibagué, que presenta grandes afectaciones en su principal afluente de abastecimiento, el río Combeima, y afluentes complementarios; afortunadamente esta ciudad ya cuenta con un segundo acueducto a manera de acueducto complementario que posibilita el crecimiento urbano, agroindustrial y turístico del territorio de influencia.

Si entendemos la combinación entre seguridad hídrica y seguridad alimentaria, comprenderemos que el actual modelo económico de consumo es catastrófico para la humanidad en términos de sostenibilidad. La agenda económica mundial muestra una tendencia de cambio: la humanidad está pasando de la era digital a la era de la seguridad alimentaria. Con 7.900 millones de habitantes y grandes necesidades de consumo, nos enfrentamos a un mundo debilitado en materia ambiental y productiva debido a factores como el cambio climático, lo que genera escasez de agua y alimento.

Para 2050, se calcula que la población mundial alcanzará los 9.700 millones de habitantes, lo que implica un incremento de 2.000 millones de bocas para alimentar en los próximos 26 años. El reto de producir alimentos se convierte en la principal megatendencia global en materia de seguridad alimentaria. Muchos países, como Colombia, importan gran parte de lo que consumen para satisfacer las necesidades de su población. En 2023, Colombia importó cerca de 16 millones de toneladas de alimentos. La FAO ha indicado que Colombia es un país en riesgo a la hora de garantizar el suministro de alimentos.

Es imperante que todos los estamentos del Estado, desde el gobierno central, los gobiernos departamentales y municipales, generen programas integrales de sostenibilidad ambiental y economía circular enfocados en el cuidado del agua, el ahorro de combustible y energía, la producción de energías limpias en el marco de una transición energética, el aprovechamiento de desechos orgánicos y la producción de proteína animal a partir de ganadería sostenible, avicultura, porcicultura y piscicultura, entre otras actividades, así como prácticas de agroecología y agricultura regenerativa como alternativas de empalme generacional. Si el campo sigue envejeciendo y los jóvenes rurales migran a los centros poblados o, peor aún, a las ciudades capitales, el problema será aún mayor en una década cuando el campo tradicional colombiano esté totalmente envejecido.

Se requiere una reforma agraria desde una óptica ambiental, sostenible y socialmente realizable. Necesitamos nuevos empresarios del campo, los campesinos tradicionales serán historia en pocos años. Otra generación debe recolonizar el campo en Colombia para garantizar, en primer lugar, la seguridad alimentaria, y, en segundo lugar, optar por un modelo agropecuario-agroindustrial internacionalizado, en el que productos como el café, el cacao, los cítricos, el aguacate, frutas, hortalizas y demás tengan como destino mercados internacionales de alto valor. Debemos construir visiones económicas en prospectiva de lo que traerán el cambio climático, la escasez de agua y de alimentos.