Conozca la historia de Carlos Landázuri, el joven que salió de su casa en Cali y terminó en las calles de Ibagué
Carlos Landázuri, es el habitante en condición de calle que, hace algunos años empezó a hacerse visible en la comuna 5 de Ibagué, su figura atlética y su aspecto desorganizado inspiraba temor a las personas que se lo topaban y lo veían muchas veces hablando solo.
Luego de un par de años deambulando por la zona, la situación de este hombre que simplemente apareció de un momento a otro en el sector, se complicó debido a que comenzó a hacer algo que no hacía en el pasado; Carlos comenzó a acosar a las mujeres que se topaban con él en la calle.
Por este motivo, Carlos terminó siendo llevado por las autoridades a una fundación de resocialización llamada Ministros Competentes, ubicada en el barrio Interlaken de Ibagué.
Pero esta historia tiene un inicio, y aunque muchos no lo crean, Carlos no es un consumidor de estupefacientes, o por lo menos no en el presente. Carlos sufre de esquizofrenia, enfermedad que lo llevó un día a salir de su casa en Cali, donde vivía con su madre y sus dos hermanas para nunca más regresar, sin ni siquiera despedirse.
Doña Dalia Palacio, madre de Carlos comenta que, a la edad de 18 años, Carlos tuvo su primer contacto con las drogas, comenzando con la marihuana. La adicción avanzó rápidamente, y poco después experimentó con bazuco y cocaína, sustancias que lo llevarían a desarrollar esquizofrenia. Según Dalia, "Carlos era un joven normal antes de los 18 años, un muchacho noble, pero las drogas deterioraron su mente". Su madre recuerda cómo la comunidad siempre le demostró cierto aprecio, además era reconocido por su nobleza y disposición para ayudar a los demás.
La madre de Carlos le dijo a Econoticias que, él junto a su hermano, quien fue asesinado en un violento robo hace seis años, construyeron un gimnasio rústico con pesas de cemento en su barrio. Ahí, entre amigos y vecinos, forjó el cuerpo atlético que aún conserva. "Carlos tiene una presencia que llama la atención. Incluso en la calle, muchas personas lo reconocen por su físico y su nobleza". Este gusto por el entrenamiento le dio una disciplina que, de alguna manera, lo ayudó a sobrellevar las etapas más duras de su vida en las calles.
La vida de Carlos cambió drásticamente cuando su madre, buscando un futuro mejor para él y sus hermanos, decidió refugiarse en Ecuador, un país que les brindó apoyo gubernamental. Allí, Carlos recibió ayuda psiquiátrica y, en momentos de lucidez logró salir adelante, pero siempre encontró la manera de regresar a Cali sin que su madre lo supiera. La conexión con su ciudad natal y sus amigos de la infancia era fuerte, y a a pesar de los intentos de Dalia por protegerlo y mantenerlo lejos de las drogas, el entorno difícil de su barrio lo atrapaba una y otra vez.
Dalia recuerda con tristeza como hace más de dos años, Carlos salió de su casa sin decir absolutamente nada y desde ese momento no se volvió a saber de él hasta ahora. Dalia lo buscó por varias zonas de Cali, publicó en redes sociales y hasta averiguó por el en Ecuador, sin tener frutos hasta hace pocas semanas cuando a través de redes sociales se enteró que se encontraba en Ibagué.
En la actualidad, Carlos ha encontrado refugio en la Fundación Ministros Competentes, una entidad que lo acogió después de que se recibieron varias denuncias de acoso en el sector de Parrales, donde solía deambular. Dalia defiende a su hijo, argumentando que "Carlos no es una persona violenta, es un hombre noble que, aunque sufre de esquizofrenia, siempre ha tratado de salir adelante".
Dalia ya tuvo contacto con su hijo a través de una videollamada, pero busca recursos para poder llegar hasta Ibagué y traerle ropa y útiles de aseo que necesita su hijo en estos momentos.
