En el corazón de Ibagué, una transformación urbana está en marcha. La intersección de la carrera quinta con calle 60, conocida por su alto flujo vehicular y peatonal, está siendo intervenida para dar paso a un puente elevado que promete mejorar la movilidad de la ciudad. Sin embargo, detrás de esta obra de infraestructura se oculta una problemática que ha encendido las alarmas entre los comerciantes locales de la zona.

La anticipación por los beneficios que el puente elevado traerá a la movilidad de la ciudad ha sido el foco principal de atención. Sin embargo, para aquellos cuyos negocios se alinean a lo largo de la carrera quinta y la calle 60, esta transformación ha logrado desafíos inesperados. Los comerciantes, aquellos establecimientos son esenciales para el entramado económico de la zona, han enfrentado dificultades significativas debido a la limitación en el acceso a sus locales y la acumulación de escombros y polvo generado por las obras.

En un testimonio directo de uno de los comerciantes afectados, la magnitud del impacto se hace evidente. Las ventas han disminuido, y los negocios han tenido que lidiar con la incomodidad tanto para sus empleados como para sus clientes. La incertidumbre de cuánto tiempo más durarán las obras y cómo se manejarán los desafíos inmediatos, es lo que se plantea los comerciantes. Si bien la finalización de la obra promete mejoras a largo plazo, la situación actual demanda una respuesta rápida y efectiva de las autoridades para garantizar que los comerciantes puedan subsistir este período crítico.

Cabe recordar que, los negocios locales no solo son fuentes de empleo, sino también pilares de la identidad económica y social de la ciudad. Mientras las obras de infraestructura avanzan, es esencial que se brinde un apoyo inmediato a estos comerciantes para reducir las pérdidas económicas y lograr un equilibrio entre las necesidades de movilidad de la ciudad y el bienestar de sus habitantes.