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Arnulfo Sánchez López cumple 88 años: ícono de la radio tolimense

El maestro de la radio tolimense nos enseñó el valor de la vida, el respeto por los demás, la responsabilidad tras el micrófono, la seriedad fuera de ellos y, lo más importante, el amor por nuestras familias.
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Descripción
Arnulfo Sánchez López
Crédito
Ecos del Combeima
24 Jun 2024 - 11:59 COT por Ecos del Combeima

El municipio de Villarrica, enclavado en el oriente tolimense, fue el refugio de amor de Moisés Sánchez  y Georgina López, quienes, con muchos esfuerzos, levantaron una familia, bendecidos por la mano de Dios y por el amor entrañable de sus ancestros. 

Los Sánchez López, forjaron un gran hogar  en medio de múltiples dificultades. Moisés y Georgina guardaban en secreto sus sentimientos de dolor y frustración, porque lo importante era mostrar otro mundo a sus hijos, quienes se formaban en medio de ese bello paisaje semejante a los Alpes franceses, acompañado del ‘In Exelsis’, aroma a café que bañaba toda la región y ponía a soñar a sus moradores.

El amanecer del miércoles 24 de junio de 1936, fue lleno de diferentes sentimientos: angustia, ansiedad y felicidad. Ese día arribó al hogar Arnulfo Sánchez López: un ángel benefactor enviado por Dios con el propósito de llenar aún más de amor ese hogar tolimense, un regalo más en el Día de San Juan. 

Hoy, el legado de don Arnulfo Sánchez se hace sentir en sus recién cumplidos 88 años. Esta es su historia.

Arnulfo Sánchez López, mayor de dos hermanos, fue la imagen a seguir de Elsy (Q.E.P.D),  su pequeña y tierna hermana, con quien en medio de oraciones se comunica.

Arnulfo Sánchez López, vivió su infancia y primera juventud en medio de los juegos tradicionales, pero mientras a sus amigos les gustaba patear un balón, jugar al valero e ir a pescar, al pequeño e introvertido Arnulfo le llamaba la atención ir a la escuela, leer y escuchar atentamente a los adultos en sus conversaciones, las cuales siempre se enfocaban en el tema político de su momento.

Una mañana el joven divisó a lo lejos, en medio de las polvorientas calles de su terruño, un hombre de aspecto de ‘Lord Inglés’, quien en su mano cargaba una caja de cartón, la cual en su interior traía todo un mundo de sabiduría: libros de taquigrafía, inglés, español,  redacción. Emblemas del saber que por primera vez llegaban al oriente del Tolima.

Arnulfo, siguiendo las enseñanzas de sus padres, corrió a ayudar con su pesada carga al forastero y de inmediato le ofreció hospedaje en su humilde morada, un plato de comida y un buen baño. Moisés y Georgina, sin pensarlo dos veces, le apoyaron.

José Joaquín Corrales, el erudito, docente, y desde ese momento amigo entrañable de Arnulfo, traía consigo un artilugio nunca antes visto en ese territorio. Era una máquina antigua de escribir. El aparato llamó la atención del niño Sánchez, quien pidió a su amigo le enseñara como usarla, a lo que el pedagogo no se puedo negar.

Para Moisés y Georgina, la presencia del profesor les traía mucha alegría y gracias a ellos todos los padres de familia se reunieron y lograron que sus retoños ingresaran a la escuela, bajo la tutoría de Corrales, quien con su acento caleño logró en pocos días ganarse el amor y respeto de sus educandos.

Los jóvenes estudiantes al finalizar el año ya sabían leer y escribir, pero Arnulfo se destacaba entre ellos, por su forma de relatar sus paseos familiares y reuniones con los amigos. Pasaron los años y al llegar a grado cuarto Arnulfo, era el más avanzado de toda la escuela y su fuerte eran las clases de español y redacción.

Todo era un manantial de alegrías para la familia Sánchez López, pero eso cambió de la noche a la mañana. Un día Moisés y Georgina tomaron sus cuatro pertenencias, sus dos hijos, y partieron de su inolvidable Villarrica. El motivo, incluso a los 88 años de don Arnulfo, aún es desconocido. El único momento feliz en su despedida fue al ver a su amigo y maestro José Joaquín Corrales, acercarse al vehículo y luego de regalarle un libro de redacción, este lo abrazó, le dio un beso y al oído le susurro, ‘Arnulfo, tú serás grande’. Mientras las  lágrimas bajaban por  sus pómulos, a los lejos se veía el profesor desvanecerse con su mano, despidiéndolo. El bus se alejaba y la tristeza crecía en su corazón.

Pero el destino no quería desamparar a Arnulfo y lo llevó por el camino de las letras. En su momento llegaron a El Espinal. Para los Sánchez López aquella era una gran metrópoli. El mixto en el cual viajaron se detuvo frente a una institución educativa y el joven Sánchez saltó de alegría e ingresó para preguntar si ahí se encontraba el profesor José Joaquín Corrales. Al recibir una respuesta negativa, su corazón entristeció, pero a los pocos minutos nuevamente latió con vitalidad al escuchar que allí podría continuar con su educación.

Así, Arnulfo Sánchez López logró culminar su etapa de aprendizaje. Llegó hasta tercero de bachillerato, máximo nivel educativo para su época, por eso en sus paredes jamás pudo lucir un diploma de bachiller, distinción que años después el histórico colegio de San Simón tuvo a bien declararlo Bachiller Emérito.

En la calurosa Espinal, tierra de la Tambora y la Lechona, los hermanos cristianos repitieron lo que el profesor Corrales dijo: “Que tenía madera para la redacción”. Allí le dieron ‘La Palomita’, para escribir en los informativos del municipio y hacer sus pinitos en radio.

Un día cualquiera apareció en su vida, Jaime Pava Navarro, hombre de radio y con aspiraciones políticas inmensas, quien había escuchado desde Ibagué que Arnulfo Sánchez López existía, que vivía en  El Espinal, que era maestro y que daba sus primeros pinitos como periodista redactor (por cierto muy exitoso y comentado entre sus lectores).

Pava Navarro abordó a Sánchez López en una esquina del municipio y en medio de una avena con buñuelo nació una gran amistad. Pava Navarro quedó con la boca abierta al escuchar las disertaciones que lanzaba el prominente periodista Arnulfo Sánchez López.

Esta gran amistad lo llevó a Ibagué a trabajar en lo que más le gustaba: el periodismo en Radio Súper. Tal fue el éxito y su habilidad que lo llevó a estar en Neiva. Para el año 1960 se desplazó a los Llanos Orientales, donde fundaron La voz de Llano, primera emisora de la cadena en esa zona de Colombia.

En sus constantes viajes al oriente colombiano, hace una parada en la capital de la república donde cupido le tenía el mayor premio de su vida: conocer a Ángela Baquero, una bella joven perteneciente a una de las familias más prestigiosas del centro del país.

Arnulfo Sánchez López se radica en Ibagué, con su voz singular y con un estilo de periodismo diferente, se apodera de los micrófonos en la Emisora Radio Súper 1020,  hoy la FM de RCN. Con el pasó de los años, el poder de la radio estuvo bajo la batuta del hombre que salió de Villarrica y que hoy cumple sus 88 años.

La década de los 70' fue la cumbre para Sánchez López.  El 22 de agosto conoce a quien hasta hoy es el motor y amor de su vida (doña Ángela Baquero Rico), el 1 de septiembre funda Econoticias y cinco días después llega al altar.

La empresa radial y familiar subía como cohete y fue tal su desempeño profesional que el mismo  Don Enrique Santos Castillo,  padre del expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lo nombró  corresponsal de El Tiempo en Ibagué.  Allí permaneció 25 largos años.

La vida de los Sánchez Baquero logró su máxima cúspide cuando fueron bendecidos con sus dos retoños: Fernando y Juan Pablo, líderes hoy en Ecos del Combeima, y adalides del legado de Arnulfo.

Mientras la felicidad familiar y profesional continuaba, los Jóvenes Sánchez Baquero se forjaban como profesionales para así poder brindar sus conocimientos en el desarrollo del Tolima.

Un día, Arnulfo responde un llamado realizado a la emisora y en su carácter de periodista-redactor-investigativo se desplaza a la zona rural de Ibagué, conocida como Villa Restrepo. Allí fue citado por subversivos y se entera de que era tomado como rehén en calidad de secuestrado, el 22 de febrero de 2002. Pese a que el tiempo calendario en cautiverio es corto, para él y su familia fue toda una vida. Sánchez López regresa a la libertad el 18 de marzo, casi un mes lejos de los micrófonos.

El mismo día que se conoció el plagio del prohombre de la radio y otros ilustres tolimenses, los micrófonos se silenciaron, las rotativas pararon y las plumas de los redactores se negaban a escribir una sola letra, por aquella injusticia de la vida.

A su regreso, fueron miles de entrevistas las que rodearon a Arnulfo Sánchez López y no como periodista, sino como protagonista de una de las miles de historias que se contaban en Colombia y en el Tolima. Los periodistas se asombraban de la facilidad para relatar sus experiencias privado de la libertad, pero los que más llamó la atención fue que de su boca jamás salió una frase en contra de sus carceleros; todo lo contrario, les agradecía porque de esa forma había conocido de primera mano el dolor de los secuestrados.

Ecos del Combeima, la primera empresa radial del Tolima, pasó de los 1.110 am a los 790 am y también incursionó en las redes, donde hasta ahora mantiene la Tradición del Tolima.

El maestro de la radio tolimense, a sus 88 años, nos enseñó el valor de la vida, el respeto por los demás, la responsabilidad tras el micrófono, la seriedad fuera de ellos y lo más importante el amor por nuestras familias.

Arnulfo Sánchez López, el hombre más odiado, el más amado, el más imitado, el más polémico, el amigo de sus amigos, el amigo de sus enemigos, a quien todos le debemos algo, nos dio un susto grande el 2014. Pero, por su devoción a la virgen y el estar de la mano de Dios, logró salir avante de su penuria médica y estar nuevamente en los micrófonos.

Comentó Arnulfo hace unos años: “Me doy el lujo en Colombia, de ser amigo de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, y que ninguno de los dos me hable mal del otro….. (sonora carcajada), solo espero en un día no muy lejano sentarlos a manteles en mi casa y disfrutar los tres de un delicioso viudo de capaz.  A propósito de Juan Manuel Santos, cuando trabajé como corresponsal de El Tiempo, el hoy Presidente me hizo vaciar de don Enrique porque, según él, yo había omitido un discurso muy fuerte de Alberto Santofimio contra el partido Liberal en Carmen de Apícala. Esa se las cobré en la campaña electoral cuando vino a Ecos del Combeima a  dar unas declaraciones  y tuve el lujo de recordarle lo que  me había hecho.  A lo que el presidente respondió con una carcajada”.

De Alberto Santofimio Botero, solo agregó en medio de los ojos vidriosos “Mi Gran Amigo, el presidente que Colombia no disfrutó”. Hubo un silencio mientras secaba sus lágrimas.

De Jaime Pava Navarro, aseguró con voz fuerte: “Mi maestro, mi mentor, mi amigo, un gran hombre”.

Arnulfo Sánchez López, por dentro de su apariencia de 'atontao', como él mismo dice, bulle un tolimense raizal que ama su tierra y que ha logrado marcar una época. El hombre del excelente vestir, con sus corbatas y sus vestidos de paño, recorre la carrera Tercera recordando esa gran Ibagué que un día lo acogió.

 Así como dice la canción de Piero: “Es un buen tipo mi viejo que anda solo y esperando, tiene la tristeza larga de tanto venir andando. Yo lo miro desde lejos, pero somos tan distintos; es que creció con el siglo con tranvía y vino tinto.  Viejo mi querido viejo ahora ya camina lerdo; como perdonando el viento yo soy tu sangre mi viejo Yo, soy tu silencio y tu tiempo”.

Que Tolimense no se ha despertado escuchando, BuenoooooosssDias, nos dé Dios.

Creo que todos queremos seguir escuchando sus frases célebres:

Ahí no me hagan eso...

Ahí le dejo ese trompo en la uña...

Dígale a Flor...

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa…

Y muchas más.

Agrega Arnulfo: “No estudie periodismo como carrera, pero Dios me iluminó, mi esposa Angelita y mis dos hijos, Fernando y Juan Pablo, han fortalecido mi vida personal y profesional. A los tolimenses todos les debo, lo que soy”.

Salud y muchos años más a Don Arnulfo Sánchez López.