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Entre la democracia y la dictadura

El populismo que se ha desfigurado y es ahora un sartal de mentiras para buscar réditos electorales, es utilizado a lo largo y ancho del país con el objetivo de llegar a toda costa al poder,
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Ecos del Combeima
25 Mar 2022 - 12:50 COT por Ecos del Combeima

Quizás la eterna discusión colombiana sobre derecha e izquierda y ahora centro, que para mí no existe, ha pasado a un segundo plano, pues el tema no lo atraviesa en su totalidad la ideología, sino que pasa por la posibilidad de un sistema de gobierno que puede enquistarse por muchos años en nuestro país.

Los pensamientos de extrema sin importar su corriente, son totalmente negativos, sus efectos nocivos para el grueso de la sociedad y trágicos para quienes piensan diferente. El país no podría soportar un abrupto cambio en nuestro sistema de gobierno y mucho menos en las políticas económicas. La demagogia y los “seductores” discursos de agitadores irresponsables no pueden seguir engañando a la población, que como con los cantos de sirenas avanza sin saber que serán devorados.

El populismo que se ha desfigurado y es ahora un sartal de mentiras para buscar réditos electorales. Es utilizado a lo largo y ancho del país con el objetivo de llegar a toda costa al poder, sin importar nada, solo con mentiras y anuncios “prodigiosos” que nunca serán realizables. Por ejemplo, nacionalizar el ahorro de los colombianos en los fondos de pensiones, es todo un despropósito, es meterle la mano al bolsillo descaradamente a las personas para invertir libremente en lo que les parezca. El dinero privado se debe respetar y el Estado debe velar por las condiciones que permitan el crecimiento económico general y no desestimularlo con absurdas políticas regresivas y peligrosas para la seguridad jurídica. 

Reitero que todo extremo es malo, sea de izquierda o de derecha, lo que nos debe invitar a reflexionar y a identificar quiénes son los extremistas, quiénes son los que pretenden atornillarse por años en el poder adoptando modelos económicos que son exageradamente paternalistas, que no respetan la empresa privada y que pretenden expropiar, o como hábilmente algunos lo denominan “democratizar” tierras, propiedades y demás, en un claro atentado a la propiedad privada y a las libertades individuales y colectivas de los ciudadanos.
Un país de la solides económica como Venezuela, con un camino de desarrollo pujante, con una infraestructura vial superior en Suramérica, entre otros, se volvió trizas en apenas 10 años, de los más de 30 que ha ostentado el poder el modelo socialista, en cabeza de Hugo Chávez (fallecido) y Nicolás Maduro, quienes han disfrazado la dictadura con la débil democracia que los protege y que los mantendrá en el Palacio de Miraflores, por quién sabe cuántos años más. 

El triste ejemplo del país hermano, y de otras naciones que han sufrido por los extremismos, no se deben por ningún motivo perder de vista, son la realidad y un espejo de lo que nos podría pasar, si no actuamos con inteligencia y a través del veredicto superior de las urnas ejercemos nuestro deber con responsabilidad y amor por nuestras familias, compatriotas y país. 

Defendamos en las urnas la democracia, no permitamos que nos gobiernen modelos dictatoriales que nos coarten las libertades y que nos impidan el desarrollo económico y social.
Parafraseando: ¡ Y después no digan que no te avisamos ¡