Monseñor Flavio Calle Zapata partió de Ibagué y dejó un sentido mensaje de despedida
En carta dirigida a la comunidad de Ibagué y el Tolima, tras habérsele aceptado por el Santo Papa, su dimisión como arzobispo de la Arquidiócesis de Ibagué y posterior nombramiento como arzobispo emérito, el prelado partió hacia Medellín para compartir junto a su familia.
Durante algo más de cuatro meses, monseñor Calle Zapata elaboró los informes correspondientes y cumplió con todas las formalidades, elaboración de los informes administrativos y financieros para dejar su responsabilidad, la cual está ahora a cargo del Administrador Diocesano, monseñor Miguel Fernando Gonzáles.
En su carta definitiva de despedida, Flavio Calle Zapata se manifestó infinitamente agradecido con los tolimenses quienes lo acogieron como uno más de esta tierra y le expresaron su constante aprecio y admiración, también dijo que se pondrá en constante oración a Dios, pidiendo por el bienestar de la región y de sus gentes e hizo votos por que Ibagué tenga un buen destino y su futuro llegue con buenas nuevas, teniendo en cuenta además la proximidad de un proceso electoral crucial para la ciudad.
A continuación, reproducimos el texto completo del bello mensaje que este hombre de Dios deja a los tolimenses tras haber cumplido con su misión pastoral y de partir para un merecido descanso y retiro en compañía de sus parientes más cercanos, misiva que fue publicada a través de la página de la Catedral Metropolitana de Ibagué, Inmaculada Concepción:
Carta de despedida y agradecimiento de Monseñor Flavio Calle Zapata:
Habiendo llegado a la condición de Arzobispo emérito de Ibagué, me dirijo a monseñor Fernando González Mariño, administrador Apostólico que gobernará la Arquidiócesis hasta la posesión del nuevo Arzobispo que ha de nombrar el Papa, a los sacerdotes, los diáconos, las religiosas, los religiosos, los seminaristas, las monjas que como ángeles guardianes me ayudaron en la Curia y en la casa para poder cumplir mis deberes, a los movimientos y espiritualidades laicales que dinamizan la Iglesia.
Me dirijo también a las autoridades civiles, en especial al Señor Alcalde y al Señor Gobernador, Militares, Policía, al poder judicial y a todos los que tienen responsabilidad en la dirigencia de la comunidad en el trabajo, la empresa y en los medios de comunicación.
Sin mucho orden déjenme expresar mis sentimientos. Quiero darles una cordial despedida y expresarles mi profundo agradecimiento. Queridos tolimenses, sirviéndoles como Obispo aprendí a amarlos, por eso aunque me ausente físicamente, estaré espiritualmente muy cerca de Ustedes. Todos los días, bien temprano, nos encontraremos en la oración, en el corazón de Dios.
Doy gracias a Dios por permitirme ser pastor de almas, predicador del Evangelio de Jesucristo, dispensador del perdón de los pecados, celebrante de los sacramentos que son los manantiales de la gracia que santifica y salva. Fue en el culto divino donde más feliz me sentí y donde fácilmente percibía que Dios escucha las plegarias y derrama su gracia sobre los fieles. Pido perdón por las limitaciones en mi servicio y por lo que debí hacer y no logré.
Mi sentido agradecimiento a los sacerdotes, en especial para mis colaboradores más cercanos. Pido a Dios que suscite nuevas vocaciones sacerdotales y de vida consagrada; que el Seminario siga adelante como taller en donde se van formando los futuros sacerdotes. Que los Sacerdotes sean santos, sean fieles a los compromisos adquiridos el día de su Ordenación, que olvidándose de sí mismos y de intereses personales, busquen la salvación de los fieles que les han sido encomendados, que finalmente lleguen a recibir la corona de gloria que no se marchita, como dice San Pedro, Cf 1Pe 5, 4. Nuestra vida sacerdotal tiene una sola finalidad, relacionar a Dios con los hombres y a los hombres con Dios.
Doy gracias a Dios que me concedió respirar el aire tolimense durante un buen número de años, recorrer la ciudad, los municipios y las parroquias en el contacto directo con las gentes, escuchar la música y las voces portadoras de mensaje y alegría, alimentar la vista con valles y montañas que en días despejados daban permiso para observar al gigante blanco Nevado del Tolima.
Invito a individuos y familias a producir buenos frutos con los talentos humanos y cristianos que Dios les ha dado, a defender la inocencia de los niños, a transmitir los tesoros de su fe católica y su cultura cristiana a los descendientes, a cerrar sus puertas a los vicios que corrompen la persona y roban la paz del corazón, a rechazar las ideologías que proponen formas de vida sin Dios, a rechazar al astuto Enemigo de nuestras almas, líder de la rebelión contra la ley natural, maestro de los que llaman bien al mal y se dejan engañar premiando al mal como si fuera bien.
Me llevo la misión de orar por los que viven alejados de Dios. Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios para el justo balance de nuestra vida y para el premio o castigo acorde con las obras buenas o malas. Como ayuda para el camino he dejado en herencia una semilla, el amor a San José. Conózcanlo, conserven su amistad y amable compañía. Con San José se llega lejos, hasta el mismo Reino de Dios.
Suplico a Dios que siga bendiciendo al Departamento del Tolima, que haga crecer las condiciones favorables para una vida digna y equitativa, que sea defendida la “casa común” tan hermosa que Dios entregó a los tolimenses, que todos tengan acceso a los recursos de la naturaleza, a los logros de la ciencia y técnica humanas, a los recursos ya conquistados por el desarrollo de la región, que la paz no se quede en un sueño, que no sea mentira, sino una realidad de alegría y permanente progreso.
Agradezco de corazón a los médicos de Ibagué que me ayudaron a superar los quebrantos de salud, para servir mejor al pueblo de Dios desde mi trabajo. Debo expresar un sentido agradecimiento, por la cercanía y colaboración que recibí del Municipio y la Gobernación, y también la acogida de la gente más humilde, como los indigentes que fueron siempre importantes para mí.
Como nos aprestamos para la elección de los nuevos gobernantes, en cuyas manos estará el barco en que todos navegamos, recomiendo elegir personas con los carismas de honestidad, sabiduría, amor a su pueblo, competencia en el arte de gobernar, respeto por la dignidad y libertad de cada persona, pasión por el “bien común” que es el verdadero norte que nos conduce a la equidad y a la paz verdadera.
Les prometo que estarán sin falta en mis oraciones, nadie quedará ausente pues todos y cada uno de los tolimenses permanecerán en mi corazón. Para todos imploro gracias divinas en el tiempo presente y en el futuro.
Les envío mi bendición.
† Flavio Calle Zapata
Arzobispo emérito de Ibagué.