Rafael Gutiérrez, un hombre que soñó con ser policía pero el estigma lo llevó por rumbos diferentes
Rafael Gutiérrez nació en una familia campesina del barrio El Salado, y como sucede en todos los hogares de escasos recursos, desde muy pequeño le tocó batallar contra los obstáculos que nos pone la vida, a unos más difíciles que a otros, pero al fin y al cabo obstáculos.
Con el dinero apenas suficiente como para cubrir los gastos mínimos del hogar, Rafael nunca vio ni siquiera de lejos la oportunidad de ingresar a una escuela, por lo que asegura que desde que tiene uso de razón sabía que su destino siempre iba a estar ligado al trabajo.
"Mi niñez siempre fue trabajando, yo le ayudaba a la gente que vivía en este sector, no eran más de cinco viviendas, a ellos les hacía los 'mandados', pero siempre estuvo presente la pobreza. Cuando tenía 14 años comencé con las llantas siguiendo los pasos de mi hermano, ahí ya empecé a ganar más dinero".
Sin embargo, lo que para Rafael por lo menos en ese momento representaba un oficio provisional, pues a esa edad tenía claro que su futuro estaba en la Policía, terminaría convirtiéndose en su profesión de por vida, pues la falta de apoyo le impidió hacer parte de la fuerza pública.
"A los 18 años me fui a pagar servicio aburrido de la vida y me llevaron para el Caquetá; cuando terminé ese periodo me presenté para hacer el curso en la Policía, pero por falta de $150.000 se me perdió esa oportunidad, mi familia en ese momento me cerró las puertas.
Y es que en algún momento Rafael se involucró en el camino de las drogas, sin embargo sus ganas de salir adelante le permitieron subir ese oscuro 'escalón en la 'escalera' de la vida; lo que no sabía era que la sociedad y hasta su misma familia lo dejarían marcado para siempre.
"Yo había hecho todo el papeleo, incluso vendí alguna herramienta que tenía, pero el único apoyo que tuve de mi hermana fue decirme que lo único que me regalaba eran cuatro tablas para que me metieran de una vez en el cajón".
Rafael hoy dice con orgullo que ha sacado a su hijo adelante, humildemente pero de manera honrrada, "él tiene 17 años, está estudiando una carrera agronómica en el SENA, ya está próximo a graduarse y se va a hacer prácticas en Girardot".
Rafael Gutiérrez es apenas uno de los tantos ibaguereños que con el 'rebusque' han logrado sacar a su familia adelante, y aunque nunca pudo ver su sueño hecho realidad, hoy tiene la satisfacción de poder estar encaminando a su hijo para que tenga lo que él nunca pudo conseguir.