Equilibrio entre estado y sociedad…El gran reto
En una de mis columnas pasadas les decía que complementaría el tema sobre lo improcedente de las últimas reformas que se quieren implementar en Colombia, a través de un análisis realizado por los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson de las universidades MIT y Harvard respectivamente, sobre la desigualdad económica en América Latina y el papel de los elementos impositivos en el equilibrio que debe existir entre el estado y la sociedad civil (Aquí particularmente hago la salvedad que de acuerdo a los postulados de política económica de estos dos eminentes economistas, muchos despistados los llamarán castrochavistas, terroristas entre otros adjetivos ofensivos y displicentes muy utilizados en la actualidad colombiana, cuando se piensa una nación desde una reestructuración social y política a la altura de naciones como Suiza, Noruega o Dinamarca).
La explicación que esgrimen estos dos economistas se encuentra en el libro titulado “Por Qué Fracasan las Naciones”. En donde plantean que la pobreza inicia en nuestros países con la formación de las instituciones y además se preguntan por qué algunos países alcanzan la libertad y otros viven en tiranías o autocracias.
"El estado es una parte muy importante en la resolución de conflictos, en proporcionar servicios públicos o ayudar a los desfavorecidos, pero luego tenemos que mantener al estado y sus élites bajo control. Y eso es parte del desafío" mencionan los autores, y es ahí precisamente en donde radica el mayor de los problemas…
Por allá después de 1830, desde los albores de la independencia de nuestros países, y a pesar de la independencia de España, lo único que se logró fue cambiar de élites en el poder, que incluso en algunos lugares deterioraron el nivel de desarrollo de sus ciudadanos. Con esto no se afirma que no fuera importante la independencia, sino que estos movimientos independentistas fueron promovidos por las élites criollas que pasaron a manejar los recursos económicos, el poder político y la estructura social colonial, y aunque se han desarrollado en estos años nuevos negocios y nuevas dinámicas económico sociales, la estructura del poder sigue siendo altamente extractiva y corrupta como cuando eran los españoles los que se encontraban en el poder… en conclusión solo se cambió de amo.
América Latina y en particular Colombia, es una sociedad creada por un pequeño grupo de élites coloniales diseñada para explotar a la gran mayoría de personas y limitar sus libertades (en los últimos 60 años, el poder en Colombia ha sido detentado por 4 familias o sus relacionados), esta ha sido la estrategia utilizada con bastantes réditos y que sigue floreciendo hasta nuestros días. Se le ha hecho creer al ciudadano de a pie, que, sin la alta participación de estas familias, es imposible lograr el crecimiento y el desarrollo de la nación (se postulan así mismos como los protectores de la libertad y el orden). Es por ello que con el amparo de ser los mesías de las soluciones a los crecientes problemas sociales que aquejan a nuestras naciones, se escudan en la constante necesidad de aplicar reformas que serán utilizadas para el beneficio de los más necesitados, una utopía difícil de creer, pero que ha funcionado a la perfección.
No se afirma aquí que no se necesite del estado para garantizar la libertad y el orden económico, lo que se afirma es que la estructura legislativa del estado se ha construido para ser un foco de altos ingresos para las élites con un muy bajo nivel de control de estos recursos por parte de la sociedad civil. Es decir, hoy tenemos que mantener un estado altamente corrupto donde se exprime la actividad económica de la sociedad civil y no se visualiza una mejora sustancial del nivel y calidad de vida de los ciudadanos. La pobreza se convierte en el caldo que mantiene el discurso político para sustentar su statu quo como salvadores de la patria, argumento que se ha convertido en el caballito de batalla de todas las élites políticas del país desde tiempos de la independencia (burda retórica que sigue funcionando hasta nuestros días).
¿Qué garantiza entonces contar con los recursos económicos suficientes para que estas élites sigan disfrutando de su riqueza? Pues la pobreza, es por eso que ella nunca desaparece, sin esta no habría justificación para seguir disponiendo a chorros de los recursos de la nación. Fue la estrategia que utilizó el gobierno colonial español y es la misma estrategia que utilizan hoy día los poderes políticos colombianos. Es por ello que se demanda urgentemente, un equilibrio entre estado y sociedad, ese es el desafío, ese es el reto, mantener al estado y sus élites bajo control. En un estado como el nuestro en donde la estructura legislativa está diseñada para mantener los privilegios de las élites del país, no se puede considerar democrático.
Así es, una de las democracias más antiguas de Latinoamérica como se ha dado por llamar a la colombiana, no tiene nada de democrática, ha sido el engaño más grande desde los albores de nuestra nación. Claramente en nuestra nación el ejercicio de la política es una plutocracia que se ha tornado en este tiempo en una kakistocracia (gobierno formado por los más ineptos, incompetentes y cínicos).
¿La solución es cambiar de régimen? Pues no ha funcionado, vemos el caso de Cuba y Venezuela que se han convertido en lugares distópicos y terribles que no han garantizado las mínimas libertades sociales y por el contrario han envilecido a la democracia y que en el caso de Colombia tratar de implementar este régimen le ha dejado a la nación un total de 262.000 muertos, 80.000 desaparecidos y 8 millones de desplazados, según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica.
¿Entonces un régimen de ultra derecha? Pues recientemente uno de los países que más ha retrocedido en libertades sociales y democracia es Brasil, y en Colombia ha sido aún peor, por ende, este ha sido un camino cruel y atroz.
Según los autores no existe una receta fácil para construir una verdadera democracia, consideran que los problemas del estado y la sociedad se deben abordar al mismo tiempo mejorando la participación de la sociedad en política, generando confianza pública en las instituciones porque de lo contrario la gente no cooperará con ellas, no trabajará con ellas y tratará de bloquearlas. Es una tarea muy difícil pero no imposible. Y hacen referencia en particular a como en algunas localidades se ha logrado este cometido, mencionando a Lagos en Nigeria, o a Bogotá a finales de la década de los 90’s, en una época en que se logró disminuir sustancialmente el número de asesinatos, disminuir el uso indebido de recursos públicos y un sustancial aumento del nivel y calidad de vida de sus ciudadanos, cuando sus alcaldes respectivamente llegaron al poder y entendieron que por un lado tenían que mejorar la recaudación de impuestos para proporcionar servicios a la población y por otro también entendieron que la única forma de hacerlo era generando confianza pública, lo que significa que tenían que hacerse más responsables.
En palabras de Daron Acemoglu:
“Como sociedad tenemos que elegir a las personas adecuadas y ese es el gran desafío. Entonces eso es lo que deberían hacer los ciudadanos. No elijas personas que no serán responsables.
Tenemos que estar atentos. Tenemos que estar bien informados y tenemos que asegurarnos de echar a los sinvergüenzas”.
Tarea bastante difícil en un país en donde abunda la mentira, la incultura, la desconfianza, una sociedad tan polarizada que se deja manosear y carear por sus líderes con argumentos pírricos, una sociedad que pone el dinero a través de los impuestos para mantener a sus élites, una sociedad que al parecer aún no se ha purgado de tantos asesinatos, una sociedad que se acostumbró a vivir en y con la violencia, y que sigue manteniendo a tanto sinvergüenza en el poder.
ALBERTO DELGADO CORTÉS
Economista
MBA Magister en Administración de Empresas con especialidad en Sistemas de Gestión de Calidad - Chile.
Profesor investigador Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad del Tolima
Asesor académico pasantías nacionales e internacionales
Ponente a nivel internacional UNAM México – Universidad Veiga de Almeida Rio de Janeiro, Brasil – Universidad Técnica de Cotopaxi Ecuador.
*Las ideas plasmadas en este documento no comprometen a la Universidad del Tolima, solamente son responsabilidad del autor.