El Señuelo de la Cabra Maloliente
Frente al espectáculo que ha realizado el ministro de hacienda recientemente respecto a la reforma tributaria, recordé un breve cuento que explica la estratagema que está utilizando el gobierno nacional para salirse con la suya…
El Señuelo de la Cabra Maloliente
Ali ben Alí dormía muy mal y lo mismo le ocurría a toda su familia.
Alá le había querido llenar de hijos y, al parecer, también había querido que se ocupase de sus ancianos suegros, aunque de eso Alí no estaba tan seguro. Por otra parte, Alá no había querido darle más que una pequeña choza de una sola habitación, para que toda la familia viviese bien unida.
Aunque Alí era un hombre sufrido, la situación había llegado a ser insostenible y toda la familia bostezaba constantemente, con los ojos enrojecidos por la falta de sueño, pues cuando no era la tos del suegro la que despertaba a toda la familia, era el llanto de los niños, o las peleas entre ellos por taparse con la única manta que tenían. Una tarde, no pudiendo resistir más, se fue a visitar al venerable Santón que vivía refugiado en una cueva del desierto. Avanzó hacia él respetuosamente, haciendo las tres reverencias de ritual, y le expuso su grave problema. El Santón le oyó pacientemente y después cerrando los ojos, elevó la cara hacia el cielo y se concentró en sí mismo. Al cabo de unos instantes solemnes, bajó la cabeza, abrió los ojos y preguntó:
· Alí, ¿Acaso tienes una cabra?
· Si, –contestó Alí asustado, pensando que se la pediría como donativo.
· Entonces, –continuó el Santón– ponla a dormir con vosotros.
A Alí le extrañó grandemente el consejo, pero aliviado al ver que podía conservar su cabra dio las gracias al Santón, besó con reverencia su manto y salió de la cueva precipitadamente, sin darle la espalda. El consejo del Santón resultó terrible, y a todos sus males anteriores se unió el berreo de la cabra, sus patadas y su mal olor, por lo que Alí forzado por el sueño que aplastaba sus párpados y las amenazas de su familia de aplastarle la cabeza entera, volvió a la cueva del Santón que, informado de la situación, reflexionó de nuevo brevemente y le dijo: “Hermano, vuelve a tu casa, saca la cabra y que de ahora en adelante duerma como antes atada a un matorral”.
Alí hizo como le habían ordenado y desde aquella noche él y toda su familia durmieron felices y a pierna suelta gracias al sabio consejo del Santón. El eremita lo único que pretendió fue distraer la atención de Alí y su familia hacia la cabra y logró, con pleno éxito, que sobre ésta recayera toda su ira y malhumor, encontrándose felices, por contraste, después de echarla fuera.
Esta estratagema para quien la realiza, tiene al mismo tiempo un séxtuple efecto. Además de 1) distraer respecto a otros puntos más importantes, permite: 2) hacer feliz a la otra parte “eliminando la cabra maloliente”, (para nuestro caso el IVA a los alimentos y a morirse por ejemplo), ante sus demandas, 3) proporcionarla una sensación de triunfo, (para que el pueblo crea que salió ganando) 4) hacer concesiones sin ningún costo, 5) obtener algo a cambio, (aprobación de una reforma tributaria más suave) y 6) y conseguir algún desgaste emocional y práctico del contrario, (lo que siempre le ha pasado al pueblo colombiano, que por agotamiento y apatía termina echando todo por la borda, y lo soluciona con un buen partido de futbol de la Selección Colombia o de la “telebobela” de turno).
Veo con estupor, que es precisamente lo que el gobierno actual está haciendo con la sociedad colombiana y como ya vemos, los mismos miembros del partido de gobierno se rasgan las vestiduras diciendo lo impertinente de la propuesta de reforma tributaria, para seguidamente hacer otra propuesta más “suave” apareciendo como los grandes salvadores (retirando la cabra mal oliente), cuando en realidad la situación social seguirá igual o peor, con una reforma tributaria más asequible supuestamente, pero aprobada.
Los mecanismos de distracción social han sido utilizados desde tiempos antiguos, de igual manera el juego del policía malo y el policía bueno, (este último que termina ayudándonos por el bien de nuestro supuesto bienestar, y a quien se le termina agradeciendo su buen proceder y compasión). Esta breve radiografía de cómo opera este y muchos gobiernos es patético, pero lo que más sorprende, es ver una sociedad que por más que le pase lo mismo una y otra vez, sigue cayendo en este juego interminable del manipuleo del poder.
ALBERTO DELGADO CORTÉS
Economista
MBA Magister en Administración de Empresas con especialidad en Sistemas de Gestión de Calidad - Chile.
Profesor investigador Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad del Tolima
Asesor académico pasantías nacionales e internacionales
Ponente a nivel internacional UNAM México – Universidad Veiga de Almeida Rio de Janeiro, Brasil – Universidad Técnica de Cotopaxi Ecuador.
*Las ideas plasmadas en este documento no comprometen a la Universidad del Tolima, solamente son responsabilidad del autor.