¿Es tan clarísima e impostergable la reforma tributaria?
Me pareció interesante la columna en la que Marcela Eslava, decana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, hace varias apreciaciones sobre temas económicos de la región y en especial sobre la reforma tributaria, y es ahí donde particularmente hago mis apreciaciones.
Plantea la académica que… Respecto a la reforma tributaria… se trata de "una necesidad clarísima e impostergable" que fue alertada por especialistas desde antes de la pandemia debido al "desfase entre las necesidades de gasto del gobierno colombiano y su capacidad de recaudo".
Y es precisamente sobre este punto que hago mis acotaciones:
Se ha dado por mencionar sobre el tema tributario en Colombia por parte de sendos miembros del gobierno que, en este país se pagan muy pocos y bajos impuestos, que es uno de los países con la tasa de recaudo y cobros impositivos más bajos del mundo, en conclusión, somos un paraíso fiscal.
Nada más alejado de la realidad, estos eufemismos con los que nos tiene acostumbrados el Gobierno Nacional han sido por muchos años el caballito de batalla para justificar el desmadre del uso de los recursos económicos del país. La pregunta entonces es ¿se cobran muy pocos y bajos impuestos a los colombianos, o la utilización de los mismos han sido un desmadre por parte de los gobiernos de turno?
Justificar las constantes reformas tributarias en el país, (en promedio en los últimos 30 años se han presentado 15, con un promedio de una cada año y medio), y se nos viene la dieciseisava que al parecer es la más dura en estos últimos 30 años, y siempre todas, con el mote de que es… “una necesidad clarísima e impostergable”, es decir inaplazable.
Paradójicamente, el argumento que siempre se ha utilizado es la necesidad de cubrir las necesidades de gasto público para afrontar la pobreza, mejorar el nivel y calidad de vida de todos los colombianos y con estos recursos convertirnos por fin en el paraíso terrenal.
Pero luego de 15 reformas tributarias en el país, con el mismo argumento, ¿cuáles han sido los resultados? Miremos…
En los últimos 30 años en este paraíso fiscal la pobreza a alcanzado la cifra de 19 millones de compatriotas (En Colombia, una persona se considera pobre cuando tiene ingresos inferiores a $272.000 al mes. Mientras tanto, un hogar es pobre cuando los ingresos mensuales de más de tres personas que compongan la familia sean menores a los $980.000), una pobreza extrema (término que se utiliza cuando una persona no puede satisfacer su necesidad más básica, la de alimentarse. Por lo tanto, el concepto de pobreza extrema hace referencia a una de las situaciones más graves que puede afrontar un ser humano), es decir, una persona en pobreza extrema es aquella que recibe menos de $125.000 al mes. Por hogar, se considera en esta condición a la familia que tenga más de tres personas que reciban menos de $450.000 cada mes). Pues cerca de un millón de colombianos se encuentran en esta situación (sí, habitantes de uno de los países supuestamente más felices del mundo, otro de los eufemismos publicitados por algunos rampantes medios de comunicación).
Sigamos… ocho de cada cien colombianos no tiene agua potable, para que lo dimensionen, cerca de cuatro millones de colombianos no tienen acceso y consumen agua no potable, es más, vimos con estupefacción niños en la Guajira muriendo por falta del líquido vital, en un país que se gasta enjundiosas cantidades de dinero para ofrecerle un avión privado al fiscal Barbosa y que nos cuesta a los colombianos la suma de 14 millones por hora de vuelo (hagan sus cálculos cuando este señor mantiene de un lado para el otro en su jet glamoroso, y no es un tema de envidia como muchos incautos dirán, en lo personal me importa un bledo lo que alguien haga con su dinero si se lo ha ganado, pero en este caso es dinero de nuestros impuestos, es precisamente con nuestros impuestos que se paga esta desfachatez). Ah, el avioncito nos costó 13 millones de dólares americanos. Pero sigamos…
Cada senador en Colombia se lleva $33 millones de pesos, más $50 millones para materiales y mantenimiento de sus oficinas, se debe sumar además los costos de seguridad, escoltas y carros blindados (en especial cuando en Colombia no se le brinda seguridad a los líderes sociales que están siendo masacrados, porque no hay presupuesto), a propósito, el presidente Duque les aprobó un incremento salarial para este año de 5,12% que equivale a $1,67 millones de pesos más por mes.
Colombia con la mayor cantidad de peajes y más costosos por kilómetros en el mundo, es el tercer país con la peor infraestructura vial del planeta y el promedio de costos logísticos más costosos del mundo lo que nos hace muy poco competitivos dentro del contexto logístico internacional. Un país que a través de quienes imponen estas reformas destruyeron el sistema de transporte de carga más económica, el sistema ferroviario e impusieron el sistema más costoso de todos, el transporte por carretera. Encabezamos además la lista de los países con los precios más altos en combustibles del globo terráqueo. Y en comercio internacional a pesar de los acuerdos de integración económica, la mayoría de las importaciones pagan un IVA entre el 19 y 35 por ciento, todos pagados por los colombianos. Más del 45% del precio de un pasaje de avión para cualquier colombiano se va para impuestos al gobierno y si usted tiene una ganancia ocasional como por ejemplo una lotería, el gobierno se queda con 19% de IVA y 20% por ganancias ocasionales, se comen el 39% del total. Aquí no hay espacio ni es el momento para mencionar la masa de impuestos que pagamos los colombianos, pero decir que en este país se pagan pocos y muy baratos impuestos es entre muchas la mentira más grande que profesan personajes como el ministro Carrasquilla (quien al igual que nuestros principales dirigentes pagan cero pesos en su declaración de renta).
Se calcula que la corrupción de los actores estatales se consume entre el 4 y 6% del PIB, para que el lector entienda esta dimensión, la próxima reforma tributaria una de la más ambiciosa en 30 años, pretende recaudar un equivalente al 2% del PIB. Se concluye entonces que, este país demanda con urgencia y "una necesidad clarísima e impostergable" eso sí, de reestructurar nuestra justicia, de reestructurar nuestro aparato legislativo, de revisar en qué y cómo se están gastando los preciados recursos del estado, y no seguir diluyendo los cambios fundamentales y estructurales que se deben hacer en esta patria.
Es claro que ni las anteriores ni esta reforma tributaria mejorarán el nivel y calidad de vida de los colombianos, a quienes si les mejora de manera sustancial el nivel de sus ingresos es a la élite colombiana, al mejor estilo feudal.
En una próxima entrega les plantearé un trabajo relacionado con este tema de los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson de las universidades MIT y Harvard respectivamente, sobre la desigualdad en América Latina y el papel de los elementos impositivos en el equilibrio que debe existir entre el estado y la sociedad civil.
ALBERTO DELGADO CORTÉS
Economista
MBA Magister en Administración de Empresas con especialidad en Sistemas de Gestión de Calidad - Chile.
Profesor investigador Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad del Tolima
Asesor académico pasantías nacionales e internacionales
Ponente a nivel internacional UNAM México – Universidad Veiga de Almeida Rio de Janeiro, Brasil – Universidad Técnica de Cotopaxi Ecuador.
*Las ideas plasmadas en este documento no comprometen a la Universidad del Tolima, solamente son responsabilidad del autor.